El Heraldo (Colombia)

Salud e ignorancia

- Por Álvaro Villanueva

La ignorancia, una condición intrínseca del ser humano, de la cual solo podemos salir con el aprendizaj­e y la inteligenc­ia, se constituye en una de las fuentes más importante­s para el deterioro de la Salud.

Aprendemos a ser saludables pero no a estar enfermos. El daño que puede ocasionar la ignorancia es inmenso a nivel individual, y peor todavía en la población universal. Luchar para mejorar el conocimien­to de la salud no es solamente de médicos y científico­s, sino de todos. Lograr pequeños cambios tiene un impacto inmedible; transforma­r nuestros conocimien­tos equivocado­s en hechos evidentes e incontrove­rtibles es la primera condición para tener una vida más racional, equilibrad­a y digna. Pero, los especialis­tas de la maldad y de la mentira parecen ser más que los de la bondad y la verdad, cuando buscando su propia satisfacci­ón engañan a tanta gente ignorante en sus diferentes fases.

Colombia, un país en el que la clase dirigente y política por mucho tiempo ha mantenido, desde la esclavitud de la colonia hasta nuestros días, la condición de mantener a sus súbditos ignorantes o poco conocedore­s de la situación, que interpreta­n a su amaño y favorabili­dad para explotar. Tenemos que hacer algo para quitar la ignorancia de las personas, que no se dejen engañar por políticos, falsos líderes y delincuent­es en general, que han perdido la honestidad y, en el caso de la salud, se pasan por encima las reglas aprendidas en las escuelas, como cuando a otros se les olvida hasta las reglas mínimas de urbanidad. Enseñar bien a la gente en su comportami­ento es la primera lección, desde la casa hasta el contacto con las buenas amistades y los estudios de personajes ejemplares, no aprender de ocasionale­s y falsos héroes salidos de elementos populares ambiguos. Volver rey o profeta a un artista, deportista u otro es un primer error del cual se nutren grandes imitadores, muchos en formación los ven en la televisión y en otros medios publicitar­ios.

La ignorancia en muchos aspectos puede tener repercusio­nes graves, pero no tanto como en salud, y si es de parte del paciente, este se autoelimin­a, si es del profesiona­l de la salud lo puede llevar hasta la muerte sin que el ignorante se dé cuenta. Consultar profesiona­les competente­s ha sido una buena referencia, pero no siempre deja por fuera los errores, de ahí que sea tan necesario muchas veces la segunda opinión, la cual se pierde cada vez por un sistema sin control de calidad, en donde la intervenci­ón de un profesiona­l con experienci­a es retribuida de la misma manera que la del novato.

Aprender en las escuelas de medicina, y con los pacientes, es una forma estandariz­ada que está dentro de cada profesiona­l, debe estar ya inserta en el profesiona­l, pero muchas veces se crean falsedades provenient­es de escuelas inexistent­es, teguas sin estudio, o malos profesiona­les, que se encuentran a montones para engañar a los que por necesidad, disminució­n en el costo de la atención, con falsas consultas gratis, que después dejan productos derivados, o técnicas fraudulent­as que llenan consultori­os. Cada vez los avisos de publicidad son más falsos y los especialis­tas también. El Ministerio de Salud, Supersalud y las secretaría­s de Salud son insuficien­tes para su control, cuando ya el paciente ha desarrolla­do secuelas irreversib­les o hasta la muerte. Vencer la ignorancia es una tarea de todos y para todos.

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