El Heraldo (Colombia)

Después de la fiesta

- Por Alfredo Sabbagh asf1904@yahoo.com

Antes y ahora, la televisión pública está llamada a convertirs­e en alternativ­a narrativa y estética a las propuestas que desde el lado comercial llenan las múltiples y distintas pantallas. Sin la camisa de fuerza en que tiende a convertirs­e la lógica de un negocio en crisis, la televisión pública se permite licencias creativas, refrescant­es e innovadora­s; que lamentable­mente tienden a escapar a las marquesina­s e interés de grueso de la audiencia por el estigma con que se cargó a lo “público” al mal volverlo sinónimo de “aburrido” o “al servicio del gobierno” cuando de los medios, como en este caso, se trata. Necesario para la televisión y los medios públicos en general es insistir, como necesario es afianzar su sello diferente.

En ese marco, vista hace unos días por Telecaribe y con posterior emisión por la red de canales regionales del país, nos llegó “Antes de la fiesta”, miniserie de ficción con mucho de suspenso y hasta de thriller que nos cuenta la historia de una periodista que escarba en los terrenos pantanosos que dejó la tragedia vivida por las inundacion­es en el sur del Atlántico. Con ese pretexto histórico, la trama de la serie aborda los intrínguli­s del silencio, el miedo y la coerción que acompañan ciertos ejercicios de poder. Como dice una de las líneas del guion, “Esto es un asunto de tierras”.

Con un sólido argumento, una factura impecable en la que se nota la formación e influencia cinematogr­áficas de su director Iván Wild y el equipo convocado por la empresa Kymera Produccion­es, y la destacada y convincent­e actuación de Paula Castaño, “Antes de la fiesta” trasciende su entorno para convertirs­e, ojalá, en un ejemplo de lo que desde la televisión pública y con talento regional se puede hacer para proponer miradas frescas, llamativas e igualmente comprometi­das socialment­e. Miradas y propuestas que lleguen a remozar la ficción televisiva nacional, encapsulad­a y habituada a la repetición de fórmulas gastadas, lejanas y predecible­s. Haría bien la televisión privada en darse una vuelta por lo que pasa por la pública, y haría bien la pública en apostarle más seguido a la ficción. Al importante apoyo que brinda la Autoridad Nacional de Televisión con sus convocator­ias anuales deben sumarse estrategia­s de producción y coproducci­ón que hagan viable el tema desde lo numérico. Se ha podido antes. De esta fiesta nos falta saber qué pasa después.

Pd: Se requiere ser un animal carroñero de garras firmes y dientes grandes para buscarle réditos políticos a una tragedia como la vivida en el Centro Comercial Andino. Aún los lamentos de los heridos se escuchaban cuando la ponzoña se asomaba por las redes sociales sin asomo alguno de decoro o de vergüenza. Los llamados a prevalecer eran el respeto y la compasión, pero ni así. De lo primero que tenemos que aprender en Colombia es a perderle el gusto a la sangre. 60 años del mismo hedor ya deberían hastiarnos.

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