El acertijo presidencial 2018
Aun año de la elección del nuevo presidente de los colombianos nadie sabe quién de los aspirantes se instalará en la Casa de Nariño. Hay una sola palabra para describir el futuro presidencial del país: incertidumbre.
Sin embargo, si miramos ciertos antecedentes, uno no podría descartar un triunfo del Centro Democrático. Veamos por qué. Ganaron en la primera vuelta en 2014 con Óscar Iván Zuluaga, un candidato que Álvaro Uribe logró posicionar con opción de victoria, extrayéndolo casi del anonimato. Luego ganaron, con otros sectores y contra todo pronóstico, el plebiscito de 2016. Por tanto, no sería políticamente razonable desechar un triunfo del CD. Desde luego, en primera vuelta es improbable que surja un vencedor.
El uribismo cabalga exitoso sobre dos impopularidades inocultables: la del presidente Juan Manuel Santos, a quien las encuestas, con algo de injusticia, castigan con un 12% de popularidad, y la de las Farc que, pese a las sonrisas y los buenos modales de hoy de sus comandantes, arrastran un abultado pasivo de rechazo y desconfianza por su pasado militar. Antonio Navarro cree que la batalla presidencial no es ganable en el terreno de la defensa del Acuerdo con las Farc por la forma en que el uribismo, con eficacia, ha minado la credibilidad de este, y propone que el centro de gravitación del debate electoral se desplace al tema de la corrupción, que tiene asqueado al país debido a su desbordamiento por casos como Reficar, Odebrecht y ahora la Triple A. Por supuesto, Navarro considera que el Acuerdo con las Farc necesita un presidente que lo siga implementando con responsabilidad.
Tampoco el senador de la Alianza Verde descarta otro escenario: una segunda vuelta entre el candidato del CD y Germán Vargas Lleras, caso en el cual, dice, “habría que escoger entre el diablo y el demonio”.
Navarro piensa que el país requiere un nuevo estilo en la jefatura del Estado, y para ello trabaja en una convergencia –en proceso de configuración– con Jorge Enrique Robledo, Sergio Fajardo y Claudia López, con quien tendrá que definir, a más tardar en noviembre, vía encuesta, la candidatura de la Alianza Verde. Esta convergencia, si a ella no llegan otros presidenciables, decidiría, tal vez a través de una consulta popular, el nombre del candidato.
Hoy, en esta coalición, como se evidenció en el ajiaco bogotano, hay resistencias a Gustavo Petro y Clara López. Son conocidas las distancias entre Robledo, la ex ministra del Trabajo y el ex alcalde de Bogotá, y lo mismo entre Petro, Claudia López y Robledo. Pero está demostrado que en política no hay animadversiones insubsanables, sobre todo cuando la matemática electoral es contundente. De modo que la dinámica del proceso presidencial despejará, probablemente, el escenario. Por ahora, el nombre del próximo presidente de Colombia es un acertijo.