El Heraldo (Colombia)

75 años, Sir Paul

- Por Haroldo Martínez

Mis amigos saben que aprendí inglés por la necesidad acústica biológica de entender lo que decían los del Cuarteto de Liverpool, y lo hice con base en las clases de bachillera­to, en las traduccion­es de las canciones que me hacían amigos que más o menos lo chapaleaba­n, más un esfuerzo de ir a cine y tapar con la mano los subtítulos, para desarrolla­r lo que se llama un inglés muellero, algo así como lo que dice Marc Antony que decía Celia: “My english is not very good looking”. Pero me sirvió para comprender que dejarlo ser significa algo más que el sueño en el que Paul McCartney vio a Mother Mary aparecer en sus momentos de angustia y en las horas de oscuridad, para decirle palabras llenas de sabiduría: déjalo estar, let it be. Porque eso traducía que todo iba a estar bien.

Cómo quisiera yo que se me apareciera Ana Pedraza, mi madre, y me susurrara las mismas palabras sabias, en el sentido de vaticinar que cuando los de los corazones rotos que viven en este mundo se pongan de acuerdo, habrá una respuesta porque, aunque vivan separados, todavía hay una posibilida­d de que puedan ver; habrá una respuesta, hijo, déjalo estar. Ojalá fuera posible lograr ese sueño, Paul, porque hay mucho desconsuel­o, mucho dolor, muchos corazones rotos en este país, tantos como para crear una orquesta numerosa, La Banda del Club de los Corazones Rotos de la Guerra en Colombia. Que tiene un sonido metálico que hiere la carne, que derrama sangre, que causa la muerte y un dolor infinito.

Cómo quisiera que el sueño se repitiera y me mostrara que, en aquella noche nublada en la que pareciera empantanar­se un proceso de paz, haya todavía una luz que brille sobre nosotros, que no sea flor de un día sino que brille hasta mañana, para poder culminar el deseo de acabar con la guerra para deshacer la orquesta de los corazones rotos, como se deshizo la banda de Los Beatles.

Pero es difícil inventarse la realidad con base en lo onírico. No importa cuántas veces tengamos ese sueño ni cuántas veces repitamos el estribillo, mientras no resolvamos las razones de la pesadilla va a ser muy difícil despertar al sonido de la música en el que aparezcan las madres de las víctimas susurrando sabiamente en los oídos Let it be, todo va a estar bien.

Paul McCartney viene a una presentaci­ón en Medallo, parces. Voy a tratar de conseguir mi boleta para ver si cantamos entre todos los colombiano­s y con él en el piano, un Yesterday en el que parezca que todos nuestros problemas estarán lejos si aprovecham­os este proceso en el que deseamos, como diría Lennon, darle un chance a la paz y vivir de una mejor manera como individuos y como miembros de una sociedad.

Vamos a necesitar una gran ayuda de todos nuestros amigos, Sir Paul, para lograr un sueño que es más necesidad que anhelo. No ha cesado la horrible noche, la guerra ha ido cambiando, es todo, la violencia verbal y física persisten.

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