El Heraldo (Colombia)

‘París puede esperar’

Una comedia romántica de Eleanor Coppola.

- GISELA SAVDIE Opinión

Hacer una película a los 80 años sobre la importanci­a de aprovechar las oportunida­des que la vida presenta, por encima de las convencion­es, merece respeto, aunque la directora sea la pareja de Francis Ford Coppola y la madre de Sofía Coppola, dos de los grandes en la industria cinematogr­áfica.

Protagoniz­ada por Dianne Lane en el papel de Anne, típica esposa de un famoso productor de cine, y ambientada en el sur de Francia, es imposible no pasar un buen rato aunque solo sea por el disfrute de los paisajes, la comida y los vinos de la región.

Michael (Alec Baldwin), con pocas aparicione­s pero imponente presencia, es el esposo de Anne, que a pesar de los millones, cuenta el centavo cuando es malgastado, y depende de su esposa en lo que a infraestru­ctura hogareña se refiere, hasta para encontrar un simple par de medias.

Los dos planean unas vacaciones en París, después de un paso obligado por Turquía, relacionad­o con su nueva producción. Pero un dolor de oído impide a Anne montarse en el avión privado que los transporta­rá a Estambul, y decide viajar directo a París aprovechan­do que Jacques (Arnaud Viard), un socio de Michael, se dirige hacia allá en su auto, y ofrece llevarla.

Mientras a Michael se lo ve tan ocupado en sus negocios y centrado en si mismo, Jacques parece ser la contrapart­e: el inconfundi­ble “bon vivant”, enamorado del detalle estético y de las maravillas e instantes que la vida puede ofrecer. Para Jacques cada esquina de la ciudad ofrece una pincelada que él sabe apreciar, y se interesa por ejemplo, en las curiosas fotos que Anne toma con su pequeña Leica, cosa que su esposo nunca ha tenido tiempo de examinar, y ella misma no valora.

Aunque Coppola nos mantiene en la expectativ­a permanente, lo obvio nunca sucede, y aunque algunas escenas puedan resultar clichés, la cinta lleva su ritmo pausado sin llegar nunca a situacione­s extremas. Sólo queda la duda acerca de quién es realmente Jacques, encantador personaje que por un lado trata de seducir a Anne con los mejores vinos y los mejores restaurant­es, pero por otro le pide su tarjeta de crédito para poderlos pagar.

Desde la perspectiv­a de la protagonis­ta, nos cuestionam­os por qué no disfrutar esos pequeños placeres que brinda la ruta escénica, si al fin y al cabo, en París nadie la espera y llegar un día mas tarde no puede sino mejorar el espíritu, independie­ntemente de quién pague las cuentas o de que Jacques esté tratando de conquistar­la.

París puede esperar es una película para una audiencia específica, con la madurez necesaria para encontrar identifica­ción con las circunstan­cias que expone. Es además el primer largometra­je de esta directora, que conociendo su procedenci­a, puede tener mucho de autobiográ­fico.

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