Sonrisas en Barranquilla, lágrimas en Medellín
Hay efectos especiales que no sólo funcionan en la serie de La Guerra de las Galaxias sino también en la vida real, en Tierra firme, y especialmente en el fútbol. Uno de ellos se está dando en Barranquilla, donde los Char, con el alcalde al frente, experimenta un huracán efervescente de euforia y un ciclón de sonrisas fundamentado en los refuerzos contratados para intentar convertir al Junior en un club que luche por los puestos de cabeza.
Las contrataciones de Chará y la vuelta de Teófilo, además de otras inversiones, han puesto una sonrisa de esperanza en el rostro de los aficionados hasta el punto que en la presentación de Chará, que sugeríamos se hiciera en el estadio al estilo de los clubes grandes, registró la mejor entrada de la temporada, superando en mucho la de un partido de la Liga del primer semestre. Al mismo tiempo que dio la impresión que el club estuviera celebrando un título.
La afición del Junior ha demostrado que su reclamo no es otro que pretender que el club que representa a su ciudad sea un equipo puntero, formado por excelentes jugadores y estrellas que se conviertan en sus ídolos. En ese sentido, Chará y Teo cumplen con los requisitos fundamentales. Ahora será cuestión de encadenar resultados positivos, pero, de entrada, los Char están consiguiendo recuperar a una afición que se había alejado del estadio y, en consecuencia, de su equipo, y ya ha empezado a apostar otra vez por él y a sentirse campeona.
El otro golpe de efecto lo descubrimos en la extraña coincidencia de ver a Barranquilla pensando en modo triunfadora mientras asistimos a la división que afronta la afición del Nacional, el mejor equipo colombiano de los últimos años, que en lugar de estar celebrando el título ganado al Cali, parece estar viviendo un funeral.
Ha sentado tan mal el relevo de Reinaldo Rueda, flamante entrenador que en dos años ha conquistado seis títulos, por el español Juan Manuel Lillo, que no sólo les ha aguado la fiesta del último título sino que además han empezado a dudar del futuro. Hay hinchas de Nacional que están pensando que toda
la estructura montada por Rueda se desmoronará y que su equipo ya no será tan grande como lo ha sido hasta ahora.
Hay hinchas del Nacional que creen que Rueda es el único entrenador que les puede mantener en la elite. Y que después de él vendrá el apocalipsis. Qué poca fe. Qué poca confianza en los jugadores y en una directiva que hasta ahora siempre ha elegido lo mejor para su club.
En el fútbol actual, entrenadores que duran una eternidad en sus equipos son pocos. Sin recurrir a Google recuerdo sólo a Arsene Wenger, manager y técnico del Arsenal, que lleva la friolera de 21 años en el club londinense. Pero ojalá lo que sea malo para el Nacional sea bueno para Junior.