El Heraldo (Colombia)

Educación pública universal

- Por Cecilia López Montaño

Ser una sociedad tan estratific­ada como la colombiana trae unas consecuenc­ias dramáticas, como el rechazo a políticas probadas para reducir las injustific­ables diferencia­s económicas y sociales que nos caracteriz­an. Por el contrario, cada día aumentan las posibilida­des de los más poderosos para ser cada vez más ricos y la terrible resignació­n, a veces muy justificad­a, de los pobres para seguir viviendo con serias limitacion­es en su vida. Además, en nuestro país la clase media aún es pequeña y por su reducido tamaño y por la concentrac­ión de los grandes beneficios en unos pocos no alcanza a desarrolla­r su identidad como tal, por el contrario, cuando puede, solamente quiere parecerse a la clase de ingresos altos.

Está probado que la educación pública universal y de excelente calidad es la esnuestra trategia más eficiente para construir una sociedad igualitari­a. Lo cual no quiere decir que no puedan existir colegios de élite, pero son solo para una minoría que puede pagar altísimos precios por la formación de sus hijos. Toda la población en algún momento se une, se conoce, aunque la vida y las oportunida­des los conduzcan por caminos distintos, unos más prósperos que otros. Así, desde los primeros años escolares hasta lo superiores, distintos sectores de la población comparten experienci­as diversas y después en el mundo real tendrán puntos en común.

Colombia, el séptimo país más desigual del mundo, es el modelo de cómo la educación es el motor que estratific­a más eficientem­ente a su población, gracias a lo cual los pobres solo se relacionan con los poderosos como amos y sirvientes, respectiva­mente. Pero a la clase media no le va mejor; como rechaza la mala educación pública propicia una oferta educativa privada que no siempre es del mejor nivel. Otro freno para la necesaria movilidad social.

Estas reflexione­s vienen al caso por lo que está sucediendo con la Universida­d del Atlántico. Barranquil­la ha logrado avances significat­ivos en calidad de educación pública en los niveles básicos, y además cuenta con la mejor universida­d privada de la Región Caribe, la Universida­d del Norte. Precisamen­te por sobresalir en este campo es difícil comprender la larga interinida­d de un centro educativo, donde se han formado muchos profesiona­les valiosos no solo de Barranquil­la, sino del Atlántico y de otros departamen­tos.

Nadie en interinida­d puede operar eficientem­ente un centro de formación profesiona­l y menos si la politiquer­ía interfiere su funcionami­ento. El nombramien­to del rector o rectora debe obedecer a sus cualidades académicas y personales, y no a las palancas que tenga dentro la cuestionad­a política de la ciudad y del Departamen­to. Claro que en la Universida­d del Norte hay una parte de la población provenient­e de familias con ingresos medios, pero la Universida­d del Atlántico debe ser el centro para todos aquellos capaces, sin importar el nivel de ingresos. Que se salgan los políticos de esta designació­n y el nombre escogido correspond­a al mejor.

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