El Heraldo (Colombia)

“Yo llegaba y los cogía, parecían hormigas”: relato de rescatista

Realizó tres viajes en los que les salvó la vida a 30 personas. Yovan lo hizo con su bote con capacidad para 20 pasajeros.

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GUATAPé. En un suspiro Yovan Betancur vio cómo se hundía una embarcació­n de cuatro cubiertas en una represa del noroeste de Colombia, donde murieron siete personas. Apresurado finalizó el paseo que realizaba en su lancha y acudió al rescate.

“Yo llegaba y los cogía, eso parecían hormigas, llegaba uno de ellos y empujaba a los otros” para conseguir espacio en los botes que los socorrían, dijo a AFP este hombre de 28 años a orillas del embalse El Peñol-Guatapé, a unos 68 kilómetros de Medellín, donde la tarde del domingo la nave ‘El Almirante’ naufragó con más de 170 personas, de las cuales cuatro siguen desapareci­das.

De baja estatura y menudo, Betancur usó su experienci­a de cinco años como lanchero para rescatar a doce personas de las gélidas y oscuras aguas del lago, uno de los principale­s sitios turísticos del departamen­to Antioquia, cuya capital es Medellín.

“Cuando iba a recoger a más gente, ya no había más, los habían recogido los otros compañeros”, aseguró, orgulloso de haber sido uno de los lancheros que evitaron que el número de fallecidos fuera mayor. Unas 154 personas sobrevivie­ron.

Aunque su bote, de techo azul y cuerpo blanco tiene capacidad para 20 pasajeros, prefirió no arriesgars­e a quedarse a mitad de camino por exceso de peso entre el lugar del naufragio y el malecón, donde descargó a los rescatados.

“NO ME DEJE”. “Mucha gente me gritaba que no los fuera a dejar allí, ‘no me deje, vea”, recordó el lanchero, sin despegar su mirada del lugar donde se hundió ‘El Almirante’, del que según dijo muchos sobrevivie­ntes salieron “chorreando sangre y aporreados” (golpeados). La gran mayoría “sin chaleco salvavidas”. Las mismas imágenes cruzan la mente de Carlos Campuzano, de 44 años, el primer navegante en llegar a la zona de la tragedia, cuyas causas aún se desconocen. Dedicado hace una década a pasear turistas por la represa, avistó desde la sede de la cooperativ­a en la que trabaja el hundimient­o de la imponente embarcació­n.

“Cuando llegué allá ya estaban hundidos el primero y el segundo piso” y el barco se balanceaba, aseguró este hombre de tez morena y saludo alegre.

Pegó su bote a lo que quedaba de ‘El Almirante’ y en un abrir y cerrar de ojos lo llenó de turistas. Antes de exceder la capacidad de su lancha, otra docenas de naves y motos acuáticas llegaron. Entonces su buque funcionó como un puente para que los náufragos abordaran otros botes.

“Las personas estaban en shock, el caos, uno montaba personas a la embarcació­n y llamaban a familiares, amigos, conocidos y pues uno qué hacía, pues había que venirnos porque no había forma de esperar. Había que sacar personas”, explicó.

Realizó tres viajes en los que calcula que le salvó la vida a al menos 30 personas, pero también cree que fue clave que les gritara a los ocupantes de la tercera y cuarta cubierta que saltaran al agua antes del hundimient­o final. La mayoría siguió su consejo, entre ellos algunos niños.

“Es muy frustrante para uno, la impotencia que siente uno porque uno quisiera hacer más”, apuntó, en referencia a los que murieron.

“Llegué y ya estaban hundidos el primero y el segundo piso”. YOBAN BETANCUR Rescatista

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AFP Bote de Yovan Betancur con personas rescatadas.

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