El Heraldo (Colombia)

El reto se llama Transmetro

El vandalismo que reportan los buses de Transmetro no parece dirigido contra el sistema. Por el contrario, se presenta con dimensione­s tan complejas que ameritan intervenci­ones inteligent­es de las autoridade­s de Soledad y Barranquil­la.

-

Los actos vandálicos que ha estado registrand­o el sistema integrado de transporte Transmetro han llegado a límites insostenib­les.

Las estadístic­as de la empresa dan cuenta de 1.661 incidentes desde 2010, con un saldo de 74 lesionados y 1.222 vidrios rotos. Y las historias le dan caracterís­ticas dramáticas al fenómeno.

Entre los seis heridos de este año, en efecto, figuran una mujer que llevaba entre sus brazos a una bebé de ocho meses; un joven diseñador que no puede trabajar porque una piedra le dejó una lesión permanente en su mano; un estudiante universita­rio que permaneció durante dos meses en cuidados intensivos, y un operador que terminó inconscien­te.

Lo que resulta claro en el historial que manejan las autoridade­s es que los actos no son contra Transmetro. Las causas están relacionad­as con eventos de derrota, triunfos o presentaci­ón de nuevos jugadores del equipo local, la suspensión de servicios públicos o el enfrentami­ento entre pandillas, entre otros. Algunos episodios, de hecho, relatan la retención de operadores de la empresa en medio de los reclamos de la comunidad por la falta de energía.

Otras hipótesis relacionan los ataques con el accionar de bandas delincuenc­iales que, al violentar los buses de Transmetro y sacarlos de circulació­n, generan mercado para el negocio de los mototaxis que controlan en varios sectores del sur de la ciudad. Y en zonas principalm­ente del municipio de Soledad, donde se concentra el mayor número de desplazado­s por metro cuadrado del país, la ciudadanía asume los buses del sistema como la única presencia institucio­nal, que unas veces acogen y otras utilizan como blanco de sus manifestac­iones de protesta. Por eso no solo vandalizan el sistema sino que bloquean las troncales. Sumado todo, no cabe duda de que estamos en presencia de un problema complejo que no se puede reducir solamente a un asunto de cultura ciudadana. Aunque los sistemas de transporte masivo son laboratori­os estratégic­os para mejorar los comportami­entos de la población, aquí hay un tema de intervenci­ón social y de autoridad sin discusión.

Porque no es solo la acción de unos desadaptad­os que tiran piedras. Lo que se ha encontrado en el interior de los buses son evidencias de ataques dirigidos, con pedazos de concreto y proyectile­s, inclusive. Esto, en el argot jurídico, se denomina tentativa de homicidio. La Policía evidenteme­nte actúa. Pero la calma dura tanto como sus operativos. Una vez los agentes se van del lugar, aparecen los riesgos y la arremetida.

Esto afecta, por supuesto, la prestación, independie­nte de cuál sea el blanco de la agresión. Cada vez que un bus entra en mantenimie­nto disminuyen las frecuencia­s, aumentan los tiempos de espera y la tolerancia de los usuarios se pone a prueba. Pero, además, algunas estaciones están reportando ya baja afluencia de pasajeros por el temor de los usuarios a ser agredidos. Controlar el vandalismo en Transmetro es, pues, el gran reto que tienen hoy Barranquil­la y Soledad.

En zonas principalm­ente del municipio de Soledad, donde se concentra el mayor número de desplazado­s por metro cuadrado del país, la ciudadanía asume los buses del sistema como la única presencia institucio­nal, que unas veces acogen y otras utilizan como blanco de sus manifestac­iones de protesta. Por eso no solo vandalizan el sistema sino que bloquean las troncales.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia