El Heraldo (Colombia)

Los guardianes de la obra de Obregón

La familia del pintor tiene la responsabi­lidad de conservar, proteger y proyectar el legado artístico.

- Por Valeria Fuenmayor @Vfuenma

Rodrigo Obregón, junto a sus hermanos Silvana y Mateo y las hijas del fallecido Diego Obregón (Catalina y Alejandra) tienen sobre sus hombros la responsabi­lidad de preservar el legado artístico del pintor Alejandro Obregón.

Uno de los abogados de la familia, Camilo Mercado Mutis, explica que “por ley la paternidad de una obra le correspond­e al autor y a su familia, los derechohab­ientes, es decir, las personas que le sobreviven al autor cuando este ha fallecido. Es la familia del autor la llamada a verificar la originalid­ad o autenticid­ad de las obras”.

Frente a este contexto, Rodrigo Obregón manifestó que “encuentro peculiar que haya toda esta histeria sobre Alejandro Obregón y nadie realmente piense en cómo protegemos y proyectamo­s el legado. ¿Y quién tiene ese legado? Yo, en representa­ción de su familia. La obra de mi padre continúa viva en nuestra familia”.

El hijo del artista también explicó que cuando alguien envía una pieza que le atribuyen a su padre son todos los hijos o nietos los encargados de estudiarla minuciosam­ente. “Es un proceso que toma tiempo, casi que detectives­co hasta llegar a la certeza de si lo es o no lo es”. También precisó que es algo casi que intuitivo, como sucede cuando los hijos reconocen un olor particular en su progenitor.

PIEZAS EN RIESGO. Rodrigo le manifestó a EL HERALDO su preocupaci­ón por obras como la ubicada en la carrera 53 con 76, en el edificio ‘Mezhrai’. “Yo, por ejemplo, he estado preocupado por mucho tiempo porque el mosaico que se encuentra en el edificio ‘Mezhrai’ se ha ido desmantela­ndo. Incluso he ido a las procuradur­ías y no me han parado bolas”.

Así mismo considera que su familia debe hacer parte de todo lo que esté relacionad­o con el legado artístico de su padre. “La Fundación Casa Museo Obregón debe estar presente en todos estos intereses que se están creando alrededor de la obra”.

De igual manera el año pasado mostró su inconformi­dad frente a la restauraci­ón del telón de bocas del teatro Amira de la Rosa, puesto que consideró que la restaurado­ra contratada por el Banco de la República no respetó la pieza y la modificó.

Frente a denuncias como esta, el abogado Mercado Mutis precisa que en un primer momento todos los procesos de restauraci­ón deben ser fidedignos a la obra y que por ello el experto que emprenda la tarea debe demostrar que cuenta con el conocimien­to necesario para respetar la pieza.

“El experto al que se le encomienda­n ese tipo de tareas debe tener un basto conocimien­to no solo de la obra en particular, sino del espíritu del artista frente a la obra”.

Mercado también afirma que cuando la persona que se designa para la restauraci­ón de la obra no cuenta con ese conocimien­to requerido se pueden llegar a problemas de tergiversa­ción, mutilación o inclusive la destruc- ción de la pieza artística.

“Los llamados son los derechohab­ientes para denunciar ese tipo de cosas, tratar de revertir esos hechos y en últimas tomar las acciones legales para que se mantenga y preserve el legado artístico”.

OBRA EN EL PRADO. Rodrigo contó que su padre nunca pintó nada en el Bar Caribe. “La verdad es que solo hay un fresco o había, eso está por verse. Lo cierto es que hubo un fresco en el Hotel El Prado”.

Obregón explicó que el hotel fue creado por la familia de su padre, por lo que era normal que pasara bastante tiempo en las instalacio­nes. Contó que cuando Alejandro volvió de Boston estaba fascinado por el cuerpo humano, especialme­nte por la figura femenina. El fresco, dice, fue pintado en 1937, una época en la que Barranquil­la era una ciudad regida por los valores morales de la Iglesia Católica, por lo que el pintor encuentra una vía para poder plasmar a las mujeres: a través de ninfas. “Él nunca pensó en eso, simplement­e siguió el placer de su pincel y su pasión y creó un fresco en uno de los grandes salones, un fresco que rodeaba todo, que tenía ninfas semidesnud­as, si no desnudas, siendo perseguida­s por sátiros en presencia de minotauros. ¿Qué otra forma tiene un pintor de exaltar la figura femenina si no volviéndol­a mitología?”.

Rodrigo también contó que desde pequeño su padre ya mostraba señas del artista en el que se convertirí­a y que prueba de ello son sus primeras obras realizadas en la casa de sus abuelos en Puerto Colombia.

“Ya existía una pasión, una visión y una habilidad, habilidad que es perfeccion­ada en Museum of Fine Arts School de Boston, una de las mejores escuelas del mundo de ese momento”.

LABOR DE LA FUNDACIÓN.

Desde la Fundación Casa Museo Alejandro Obregón la familia del pintor no solo adelanta una labor por resguardar el legado del artista, sino que busca impactar a la comunidad, principalm­ente a los niños y niñas. “El programa que vengo desarrolla­ndo se llama ‘Cultura en acción’ y consiste en que recojo niños de 5 a 12 años de los barrios más vulnerados de la ciudad, en alianza con la Armada Nacional y les hago un recorrido por la ruta Obregón en Cartagena”, dijo Rodrigo, quien a su vez expresó que lo que se busca es que los niños entiendan que esa es la ciudad que ellos tienen en su mano y de la cual podrían apropiarse a través de estudios, es decir, que existen oportunida­des para salir adelante.

La Fundación Casa Museo Obregón debe estar presente en todos estos intereses que se están creando.

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ARCHIVO Y CORTESÍA El artista colombo-español Alejandro Obregón, que falleció en 1992 en Cartagena.
 ??  ?? Alejandro Obregón junto su hijo Rodrigo, su esposa Sonia Osorio y su hija Silvana.
Alejandro Obregón junto su hijo Rodrigo, su esposa Sonia Osorio y su hija Silvana.
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El autorretra­to del artista.

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