Volver al canasto del mercado
Las bolsas plásticas pueden demorarse hasta 300 años en degradarse, y un colombiano puede usar seis de ellas cada semana. Ahora que se cobrarán, está por verse si este impuesto verde tendrá efectos reales sobre su consumo.
La medida que obliga al comercio a vender las bolsas plásticas, y que entró a regir desde el sábado pasado, fue creada como el primer paso del país en la era mundial de los impuestos verdes con el objeto de disminuir el impacto ambiental que generan sus residuos y a su vez desincentivar su consumo. De tal manera que cada quien debe llevar al supermercado sus bolsas, preferiblemente de papel o de tela. Y aunque la norma ha sido de muy buen recibo, hay sectores que no esperan resultados positivos con esta medida, que en apariencia afecta a los usuarios y beneficia al medio ambiente. La decisión es producto de la Reforma Tributaria de 2016, pero en realidad este denominado impuesto verde es más extrafiscal que recaudatorio, ya que en el fondo busca desincentivar el uso de las bolsas plásticas por el impacto negativo que produce en la naturaleza y, en particular, en la fauna marina. Su acumulación en basureros y rellenos tienen unos resultados catastróficos para el planeta. Proponer esta norma que afecta a las amas de casa y la canasta familiar en general no fue difícil al estimar las estadísticas relacionadas con el tema, como el dato contundente de que cada colombiano usa seis bolsas plásticas a la semana. Ese mismo colombiano no las reutiliza, y muy pocos las depositan en canecas dispuestas para plásticos, según señala un estudio del Fondo Mundial para la Naturaleza. A su vez, los estudios del Ministerio del Medio Ambiente indican que reciclar las bolsas plásticas no es nada rentable, ya que cuesta 100 veces más reciclarlas que producirlas de nuevo. Una de las razones que le dio vida a este impuesto es desestimular el uso de la bolsa plástica, ya que su vida útil se estima en 12 minutos, pero el tiempo que demora en degradarse puede llegar hasta 300 años debido a que son un compuesto orgánico, fabricadas con carbono, hidrógeno y otros elementos adicionales, lo cual las hace de baja degradabilidad, es decir: permanecen mucho tiempo en el ambiente. La base legal de esta medida está plasmada en los artículos 207 y 208 de la Ley 1819 de 2016, los cuales establecieron el impuesto nacional al consumo de bolsas plásticas, y debe estar detallado en la factura que se le entrega al cliente. La tabla que contiene las tarifas comienza con un valor de $20 en 2017, $30 en 2018, $40 en 2019 y $50 en 2020. Está bien claro que quien debe pagar por la bolsa es el comprador o usuario, y este valor debe ser recaudado por los almacenes de grandes superficies, pues no aplica para tiendas de barrio, ni para pequeños comerciantes, así que volveremos a la bolsa de tela y al viejo canasto de mercado.
Aunque la norma ha sido de muy buen recibo, hay sectores que no esperan resultados positivos con esta medida, que en apariencia afecta a los usuarios y beneficia al medio ambiente.