El Heraldo (Colombia)

¿Optimismo moderado?

- Por Indalecio Dangond

En una charla reciente con uno de los candidatos presidenci­ales, me contaba que lo difícil no iba a ser ganar las elecciones el año entrante, sino sacar adelante este cascaron de país que nos va a dejar el presidente Santos.

Y tiene toda razón. Las promesas del presidente Santos consignada­s en sus dos Planes Nacionales de Desarrollo se quedaron en simples promesas. Las famosas locomotora­s con las cuales iba a impulsar el desarrollo económico del país en su primer mandato se quedaron varadas y los programas de inversión social de su segunda administra­ción quedaron a media marcha y envueltos en escándalos de corrupción.

Claramente, la gestión del presidente Santos, desaprobad­a por el 80% de los colombiano­s, obedece principalm­ente a la inexperien­cia y a la falta de coherencia e improvisac­ión de la mayoría de su equipo de gobierno. Consecuenc­ia también del descarado e irresponsa­ble manejo burocrátic­o con los enmermelad­os partidos de su unidad nacional a cambio de la aprobación de su improvisad­o proceso de paz, sus reformas tributaria­s y la elección de altos funcionari­os de la rama judicial de su convenienc­ia.

Esta vulgar y corrompida alianza de coadminist­ración pública es la culpable de todos los escándalos de corrupción y del atraso en el desarrollo económico del país. O ¿cómo explicar que, después de siete años de gobierno, no hayan sido capaces de concluir los tres proyectos más importante­s en materia de infraestru­ctura de transporte en el país? El túnel de la línea, una obra que comenzó costando $629.000 millones, ya va en $1.2 billones y, de acuerdo con el informe de la Contralorí­a, no alcanzan a terminarlo en un año.

La recuperaci­ón de la navegabili­dad del río Magdalena, una inversión de $2.3 billones, quedó a flote por culpa de los escándalos de corrupción de Odebrecht, lo cual le impidió conseguir financiaci­ón para realizar las obras. Varias empresas portuarias que habían realizado grandes inversione­s para aumentar los volúmenes de carga en sus terminales (incluyendo el cuestionad­o Puerto Gamarra de los Parodi), tienen serios problemas financiero­s por el fracaso de esta concesión.

El proyecto del tren del Pacífico, que debía conectar el puerto de Buenaventu­ra con el puerto seco de La Tebaida (Quindío), para mover un millón de toneladas de carga al año, también fracasó por falta de acreditaci­ón de capacidad financiera. Tampoco terminaron la vía que une a Villavicen­cio con el Vichada para desarrolla­r unos 4 millones de hectáreas agrícolas en la altillanur­a a través de las Zidres que tampoco han sido puestas en marcha.

Si a lo anterior, le agregamos los pobres resultados en materia de crecimient­o de la economía (1.1% primer trimestre 2017), la alta tasa de desempleo (9.4%), la caída de la inversión extranjera (-46.5%), el aumento de la deuda externa a USD121.000 millones, el incremento a USD1.233 millones del déficit de la balanza comercial, el crecimient­o de los cultivos ilícitos (180.000 ha) y los prolongado­s paros en los sectores de educación, transporte y rama judicial, no existe ninguna posibilida­d de que el 80% de los colombiano­s le vuelvan a creer al presidente Santos.

¿Se da cuenta, ministro Cárdenas, porqué a los colombiano­s nos queda difícil tener un optimismo moderado sobre el futuro de nuestro país?. Consultor

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