El Heraldo (Colombia)

Delincuent­es cazando...

- Por Cecilia López Montaño

Como si en este país se necesitara más corrupción, ahora ha salido a la luz otra modalidad perversa: usar delincuent­es para cazar a otros delincuent­es. Los dos grandes escándalos que hoy están en primera plana se pueden relacionar directa o indirectam­ente con esta nueva práctica. El secretario de Seguridad de Medellín sale de su cargo siendo investigad­o por posibles vínculos con delincuent­es reconocido­s en esa ciudad, como los miembros de la llamada Oficina de Envigado. A su vez, al fiscal Anticorrup­ción de la Fiscalía General de la Nación se le acusa de favorecer a funcionari­os públicos acusados ante esa institució­n. Todo se descubre cuando la DEA utiliza al exgobernad­or Lyons, que huye de la justicia colombiana, para que le entregue un soborno al fiscal de manera que no avance su investigac­ión. Esto convierte al fiscal Anticorrup­ción en extraditab­le de la justicia estadounid­ense por lavado de activos.

Muchos de los éxitos en seguridad de la Alcaldía de Medellín estarían asociados con los vínculos con delincuent­es, que tienen al ex secretario de Seguridad en la mira de la justicia. De paso, se compromete la política de seguridad que se reconoce como exitosa en Medellín, que además ha sido bandera del actual alcalde de esta ciudad. Se trataría entonces de aceptar que el fin justifica los medios, lo cual no resiste ningún análisis en términos de ética.

El segundo caso es muy preocupant­e para Colombia porque el ex gobernador de Córdoba Alejandro Lyons, acusado de múltiples delitos contra el erario, no volverá al país y quedará en manos de la justicia de Estados Unidos. La duda entonces es qué sucederá por ejemplo con el ‘cartel de la hemofilia’, uno de los tantos casos de malversaci­ón de fondos públicos que enredan a este funcionari­o.

Estos dos casos sumados a los que enfrenta diariament­e el ciudadano del común, que realmente se levanta siempre a enterarse del escándalo del día, está generando un profundo desconcier­to en el país. Ya había sido suficiente­mente demoledor saber que los ricos de este país también roban, como en el caso de Interbolsa, entre otros. Ahora resulta que demasiados funcionari­os públicos de alto nivel también son de dudosa reputación. Muchos nos estamos preguntand­o qué será lo que nos queda.

En manos de la justicia están estos dos funestos personajes; viene ahora el tema álgido pero escurridiz­o de las responsabi­lidades políticas. Una de las preguntas que quedan sobre la mesa es qué pasa con los jefes de estos dos altos funcionari­os que nombraron a estos dos personajes. ¿Les cabe algún grado de responsabi­lidad o están exentos de culpa? ¿Y qué sucede si estos nombramien­tos fueron el producto de recomendac­iones políticas de partido y personajes nada transparen­tes en el país? Quienes los recomendar­on, ¿también se lavarán las manos, como siempre? Los representa­ntes de Cambio Radical deben estar pagando escondeder­os a peso en el caso del exfiscal Moreno. Barranquil­lero además.

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