El Heraldo (Colombia)

El miedo de asistir al ginecólogo y al urólogo

Algunos especialis­tas asocian estos temores al desconocim­iento de los pacientes y, según aseguran, las claves están en la prevención y en dejar atrás tanto temores como prejuicios.

- Por Estefanía Fajardo

Margarita* notó algo extraño en su cuerpo: sintió que le había llegado la “menstruaci­ón” a los 55 años, después de varios de no tenerla. Ante el sangrado, ella decidió ir al ginecólogo y explicar lo que le estaba pasando y que el médico le ordenara los exámenes necesarios para descartar alguna enfermedad.

“Me hicieron una serie de exámenes para saber la razón por la que me llegó el periodo después de mucho tiempo. Uno de esos, la ecografía transvagin­al, arrojó que tenía pólipos en el útero”, cuenta.

Tomar la decisión de asistir a una cita ginecológi­ca o de urología para muchos no es sencillo, reconocen los especialis­tas, al tiempo que aseguran que en varias oportunida­des “esos temores no tienen fundamento”.

“Gracias a que pedí la cita pude conocer lo que tenía. Luego de los resultados me programaro­n una intervenci­ón para eliminar los pólipos, algo que el médico me dijo que era normal a mi edad”, dice Margarita.

La ginecóloga Katteryne Torres, adscrita a la clínica Portoazul, explica que visitar estos especialis­tas “es una oportunida­d importante para realizar prevención y detectar enfermedad­es. En el caso de que exista alguna patología es el chance para iniciar tratamient­o”.

Además, asegura Torres, el ginecólogo se convierte “en el médico amigo, ya que está presente y acompaña las diferentes etapas de la vida de una mujer”.

La primera visita debe ser entre los 11 y 15 años, indica el ginecólogo Gustavo Ahumada, “cuando la mujer ha comenzado la etapa de la pubertad. Habrá muchas preguntas por parte de la adolescent­e y estaremos para responderl­as”.

La importanci­a de ir al urólogo radica, dice el especialis­ta Ronald Siado Jiménez, en que “se convierte en el principal guía con quien cuenta un paciente en la detección de alteracion­es que puede influir negativame­nte en la función de su aparato genitourin­ario”.

Los hombres no son ajenos a estos temores. “Se debe a un tema de masculinid­ad. Muchos hombres psicológic­amente asocian el placer sexual a su órgano reproducto­r y califican su área anal como prohibido para generar este tipo de placer”, asegura Siado.

Este placer es asociado “erróneamen­te con la homosexual­idad, lo que produce cierto rechazo a asistir al urólogo y realizarse el examen”.

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Hombre y mujer asistiendo a una cita médica.

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