El miedo de asistir al ginecólogo y al urólogo
Algunos especialistas asocian estos temores al desconocimiento de los pacientes y, según aseguran, las claves están en la prevención y en dejar atrás tanto temores como prejuicios.
Margarita* notó algo extraño en su cuerpo: sintió que le había llegado la “menstruación” a los 55 años, después de varios de no tenerla. Ante el sangrado, ella decidió ir al ginecólogo y explicar lo que le estaba pasando y que el médico le ordenara los exámenes necesarios para descartar alguna enfermedad.
“Me hicieron una serie de exámenes para saber la razón por la que me llegó el periodo después de mucho tiempo. Uno de esos, la ecografía transvaginal, arrojó que tenía pólipos en el útero”, cuenta.
Tomar la decisión de asistir a una cita ginecológica o de urología para muchos no es sencillo, reconocen los especialistas, al tiempo que aseguran que en varias oportunidades “esos temores no tienen fundamento”.
“Gracias a que pedí la cita pude conocer lo que tenía. Luego de los resultados me programaron una intervención para eliminar los pólipos, algo que el médico me dijo que era normal a mi edad”, dice Margarita.
La ginecóloga Katteryne Torres, adscrita a la clínica Portoazul, explica que visitar estos especialistas “es una oportunidad importante para realizar prevención y detectar enfermedades. En el caso de que exista alguna patología es el chance para iniciar tratamiento”.
Además, asegura Torres, el ginecólogo se convierte “en el médico amigo, ya que está presente y acompaña las diferentes etapas de la vida de una mujer”.
La primera visita debe ser entre los 11 y 15 años, indica el ginecólogo Gustavo Ahumada, “cuando la mujer ha comenzado la etapa de la pubertad. Habrá muchas preguntas por parte de la adolescente y estaremos para responderlas”.
La importancia de ir al urólogo radica, dice el especialista Ronald Siado Jiménez, en que “se convierte en el principal guía con quien cuenta un paciente en la detección de alteraciones que puede influir negativamente en la función de su aparato genitourinario”.
Los hombres no son ajenos a estos temores. “Se debe a un tema de masculinidad. Muchos hombres psicológicamente asocian el placer sexual a su órgano reproductor y califican su área anal como prohibido para generar este tipo de placer”, asegura Siado.
Este placer es asociado “erróneamente con la homosexualidad, lo que produce cierto rechazo a asistir al urólogo y realizarse el examen”.