Así se vive una fiesta llamada Juego de Estrellas en Miami
Todos los eventos del Juego de Estrellas de las Grandes Ligas ofrecen un espectáculo y una aventura que va más allá del ‘hit’ y el ‘out’ Hoy, a partir de las 7 p.m., se disputará el duelo entre las ligas Americana y Nacional.
MIAMI. Una mujer con claro acento cubano y pronunciados atributos eleva una cartulina que avisa el precio de un espacio en su parqueadero. Cobra 20 dólares por cada vehículo que se estacione en los alrededores de su casa, que está aledaña a ese gigante de techo retráctil y con aire acondicionado al que le caben 36.742 espectadores en sus tribunas, el Marlins Park.
El imponente y joven escenario, inaugurado en 2012, se construyó donde quedaba el antiguo Orange Bowl, donde la Selección Colombia de fútbol jugó muchísimos partidos amistosos. Está ubicado en ‘La Pequeña Habana’, la zona que acoge a una buena cantidad de cubanos que huyeron del régimen castrista y se exiliaron en Estados Unidos. Algunos de ellos, los que viven más cercanos al estadio, aprovechan los partidos de los Marlins para ganarse unos billetes de más, como lo hacen algunos habitantes de La Ciudadela en Barranquilla cada vez que Junior tiene acción de local. Ahora que Miami acoge el Juego de Estrellas de las Grandes Ligas y todos sus eventos, no es la excepción y la rutina se repite. Los vecinos del Marlins Park ofreciendo parqueadero (a 20, 30 y hasta 50 dólares, sobre todo esta noche) es lo primero que uno nota cuando va llegando al escenario.
Hay policías por todos lados y el arribo al estadio se hace con seguridad y orden vial y peatonal. En la ruta, aparecen esos personajes universales e inevitables que no se pierden ningún evento deportivo del planeta: los revendedores.
El desesperado “compro boleta que sobre” o “tengo occidental, ¡habla!”, que uno suele escuchar en al llegar al ‘Metro’, acá es un frío: “Tickets, tickets”. Por lo menos así fue en la antesala al ‘Juego de Estrellas del Futuro’, uno de los eventos en el marco de la programación del show beisbolero que prepara la Major League Baseball (MLB) en la mitad de la temporada.
Ya el domingo se disputó el duelo de los mejores prospectos (con los colombianos édgar Rentería, como mánager, y los lanzadores Luis Escobar y Tyron Guerrero como protagonistas) y el Juego de Softball de Celebridades (después de que se acabó el primero), con la presencia de varios exjugadores como Liván Hernández y celebridades como el actor Jamie Foxx.
En la misma noche dominical se realizó la Gala del ‘All Star Game’ en el Pérez Art Museum Miami, y anoche, al cierre de esta edición, se desarrollaba el Derby de Jonrones. Hoy se vivirá el momento cumbre con el choque de la Liga Americana contra la Liga Nacional, a partir de las 7 p.m. (hora colombiana).
Hoy es el día final de una fiesta que comenzó desde hace varios días, con las calles y edificios de Miami adornados con elementos alusivos al All Stars Game. Imposible no enterarse. Había por todos lados. Además, en distintas partes de la cuidad, parques y centros comerciales, se instalaron
Fans Fest, una zona de aficionados en las que acceden a juegos y diversiones relacionadas con el béisbol. También se obsequian souvenirs con el logo oficial del evento y se disfruta del ambiente beisbolero.
Al llegar a las puertas de ingreso del Marlins Park uno se encuentra con atracciones, así como las del
Fans Fest, para los niños y otras para adultos dotadas por la empresa cervecera patrocinadora.
Se ingresa sin problemas de logística. Todo fluye tranquila y cómodamente para los espectadores.
“Acá puedes llegar faltancaminado do cinco minutos para el inicio del juego y encuentras tu puesto, no hay lío”, comenta Alexi Alexánder, un samario radicado en Miami.
Todo está organizado y en- para que los fanáticos, además de jonrones, ponches y brillantes fildeos, encuentren buena comida, música, alegría, entusiasmo, vibración, fiesta.
Adentro se encuentra eso y más. No solo se ve un partido de béisbol, se vive una experiencia incomparable con los eventos deportivos de nuestro país. Hay hasta una pecera y una piscina con bar en el jardín central.
Los baños para los aficionados se encuentran en perfecto estado, existen muchas cafeterías en donde se consigue una buena comida y pantallas de televisión en todos lados para no perderse de nada del juego mientras se desarrollan actividades.
Y hay quienes se alejan del partido un rato y sostienen una charla compartiendo unas cervezas y un hot dog (perro caliente).
Hay una pantalla enorme, por lo menos cuatro veces más grande que la del Metropolitano, que va mostrando toda la información del juego, el bateador, las millas de cada lanzamiento que hace el
pitcher, todo. La pantalla, que es acompañada de un nítido sonido, sirve también para emitir publicidad y recrear en las pausas de cada episodio mostrando curiosidades de los aficionados en las graderías.
Las porristas y sus coreografías, las mascotas, su carisma, su energía, su atrevimiento y sus jocosas intervenciones, las tiendas de souvenirs. Son muchas cosas que hay en el ambiente que abrazan y atan al fanático más allá de un bate y una manilla.
Al final la salida es tan armoniosa como la entrada. Ya no está la cubana con su acento y sus inocultables atributos físicos, pero el carro y todas sus cosas permanecen intactas. Nadie se llevó nada. Solo el fanático se lleva el lindo recuerdo de una fiesta llamada ‘Juego de Estrellas’.