El Heraldo (Colombia)

¿Columnista­s o tiranos?

- Por Catalina Ruiz-Navarro

Esta semana renunció a este periódico el abogado Abelardo De la Espriella, quien, en su más reciente columna, titulada “Muerte al tirano”, habla de la crisis de Venezuela y dice que “la muerte de Nicolás Maduro se hace necesaria para ga- rantizar la superviven­cia de la República. No se trataría de un asesinato común, sino de un acto patriótico que está amparado por la constituci­ón venezolana y que resulta, por demás, moralmente irreprocha­ble”. Las críticas de los medios nacionales no se hicieron esperar y De la Espriella renunció a su espacio, no sin antes anunciar en radio nacional que está trabajando en un libro con el mismo título y tema. Dijo el abogado que esto no tiene nada de malo, que muchas revolucion­es históricas se han dado así, asesinando, y que hasta está justificad­o por los filósofos escolástic­os.

Su justificac­ión, además de desactuali­zada (difícilmen­te aplican hoy las políticas de la Edad Media) y llena de ingenuidad­es (si la muerte de un líder o tirano resolviera los problemas de un país, Venezuela se habría salvado con la muerte de Chávez, y sin embargo, eligieron a Maduro en las urnas) viola la ley colombiana, pues en el artículo 348 del Código Penal sobre “Instigació­n a delinquir” dice que “El que pública y directamen­te incite a otro u otros a la comisión de un determinad­o delito o género de delitos, incurrirá en multa. Si la conducta se realiza para cometer delitos [...] homicidio o con fines terrorista­s, la pena será de cinco (5) a diez (10) años de prisión y multa de quinientos (500) a mil (1.000) salarios mínimos mensuales legales vigentes”.

Sin duda el gobierno de Maduro es reprobable, y es importante que lo diga la comunidad internacio­nal, pero instigar al asesinato de un presidente en un periódico no solo no ayuda a nadie; va además contra todo compromiso ético que debe tener cualquier persona con voz pública. Dice el periodista Javier Darío Restrepo en el consultori­o de ética de la Fundación Nuevo Periodismo que el trabajo de un columnista debe estar enmarcado en los límites de la libertad de expresión, el respeto al otro, la búsqueda de la verdad y el servicio social.

A pesar de ser un discurso que desborda los límites a la libertad de opinión, De la Espriella no recibirá sanción alguna. La ironía es que nuestro escolástic­o patriota no es tolerante a la crítica, sus excesos son legítimos, pero las críticas que le hacen merecen en su criterio sanción judicial. Por eso De la Espriella ha denunciado por injuria y calumnia a Yohir Akerman, Jorge Gómez y Jonathan Bock, y como abogado ofrece un servicio con vocación de censura online como CleanUps. Pero bueno, como ha dicho el abogado en otras ocasiones (EL HERALDO, 15 de marzo de 2015), “el derecho” –¿que él practica?– “no tiene nada que ver con la moral”.

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