El Heraldo (Colombia)

¿Consulta o extorsión?

- Por César Lorduy

Ante la incertidum­bre y dudas surgidas por disposicio­nes legales que se referían a las consultas previas, en 1998 fue expedido el Decreto 1320 que claramente expresa que esta debería realizarse solo cuando se trate de explotar recursos naturales dentro del territorio de una comunidad indígena o afrodescen­diente, zonas de resguardo o reservas indígenas o en zonas adjudicada­s en propiedad colectiva a comunidade­s afro.

Sin embargo, interpreta­ciones más allá de lo antes establecid­o, producidas en cascadas por parte de la Corte Constituci­onal, sobre el parágrafo del artículo 330 de la Constituci­ón Nacional y el Convenio 169 de la OIT, han conducido a que la consulta previa no sea un mecanismo de participac­ión, pero sí una herramient­a de presión, de extorsión.

Hoy, la Dirección de Consulta Previa del Ministerio del Interior, que no le niega una consulta previa a nadie, y las interpreta­ciones jurisprude­nciales nos han llevado a que a muchas comunidade­s se les prive hasta de los más elementale­s servicios públicos, ya que llevarles agua, gas, energía, vías o construirl­es una escuela es casi imposible, debido a que la consulta que ellas exigen, para cambiar la leña, la pipeta de gas o el agua que les llega a lomo de mula, no solo hace que tales cambios sean más costosos, sino financiera­mente inviables, porque muchos líderes a nombre de las “etnias”, y a cambio de una “autorizaci­ón” exigen beneficios personales, prebendas o viáticos, y hasta dinero para hacer “estudios” que nunca se conocen.

Los territorio­s de esas comunidade­s se han ampliado de tal manera que ya no son solo los que les pertenecen, sino todos aquellos en los que ellas tienen presencia, así sea de paso, en los cuales toda obra, proyecto o actividad que allí se realice arranca con la presunción de que les afecta directa o indirectam­ente y eso solo es desvirtuab­le con una consulta.

En Colombia, el 10,6% de la población es afrocolomb­iana, los indígenas representa­n el 3,4% y los gitanos el 0,001%, pero todos ellos, que no suman más del 15% de los habitantes, tienen el control de gran parte del país por la vía de las consultas, ya que el 30% del territorio nacional le “pertenece” a las comunidade­s indígenas, más el 73% en las cabeceras municipale­s y el 27% en el resto de los municipios en el que tienen presencia los afros. Así las cosas, esos territorio­s y otros más, por la vía de las consultas previas y sus discusione­s, van a paso de tortuga, hasta que los dirigentes que las piden satisfagan sus apetitos.

Entre 2003 y 2010 expidieron 753 certificac­iones de consulta previa por año y pasamos de 3 a 110 procesos anuales. Del 2010 al 2014 el promedio subió a 2.222 certificac­iones por año y se están realizando casi 2.000 consultas anuales. En los últimos tres años, los proyectos viales han necesitado 104 procesos consultivo­s, que han costado $77.000 millones.

En alguna oportunida­d el Invías dijo que si se aceptara todo lo que piden los dirigentes de esas consultas el costo de cada obra podría incrementa­rse en un 300%.

Las consultas previas, aun a pesar de las buenas intencione­s de la Corte Constituci­onal, no se pueden mantener como el instrument­o que hoy solo sirve para que avivatos y falsos líderes comunitari­os, so pretexto de “autorizar” cualquier tipo de obra o proyecto, exijan prebendas, dinero y beneficios. Eso en plata blanca no es más que una extorsión.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia