El Heraldo (Colombia)

UN GABINETE CON ‘NOTAS DESAFINADA­S’

El presidente Santos no ha tenido suerte con sus ministros, con contadas excepcione­s el desempeño ha sido pobre.

- La Ley del ‘Montes’

Por cuenta de la escogencia de sus nuevos ministros, el presidente Juan Manuel Santos está dedicado en estos días a hacer milimetría política, que es el arte de dejar satisfecho­s a sus amigos, tarea en la que todos los gobernante­s fracasan, porque siempre son más los que quedan inconforme­s que quienes quedan satisfecho­s. En esta oportunida­d, tendrá que armar esta especie de rompecabez­as con guantes de seda, pues un error a la hora de acomodar las piezas podría significar el hundimient­o de varios proyectos en el Congreso, en especial aquellos que tienen que ver con la paz con las Farc, que es su gran apuesta y su legado. Para ello hará considerac­iones políticas, de género y regionales, que son las que priman al final.

En lo que tiene que ver con las considerac­iones políticas, el Presidente decidió meterle mano a La U, su partido, que atraviesa por el peor momento y prácticame­nte va al garete. Para ello sacrificar­á a uno de sus hombres de confianza –el ministro de Agricultur­a, Aurelio Iragorri– quien será el director único del partido y la persona que tratará de poner orden en la casa. Se acaba la figura de la “codirecció­n”, experiment­o que fracasó en cabeza de Armando Benedetti y Roy Barreras, cuyas intrigas y peleas terminaron por fracturar la poca unidad de La U. Santos debió padecer en carne propia el asedio burocrátic­o de una dirigencia voraz e insaciable que condicionó su respaldo al incremento de la nómina oficial.

“La última jugada de Benedetti y los ‘Ñoños’ –me dijo un senador del Partido– fue la de pretender imponer a Eduardo Pulgar como primer vicepresid­ente del Senado, por encima de la voluntad de la mayoría, que no comparte las prácticas de ese grupúsculo, que casi acaba con el partido. A la postre el propio Presidente conoció los hechos y tomó la sabia decisión de respaldar la voluntad del 90% de los congresist­as del Partido. La dirección única de Iragorri acabará con el chantaje del respaldo por puestos, que se venía imponiendo”.

De otra parte, la llegada de los conservado­res al Gobierno –luego de su anunciada y ahora muy cotizada rebeldía– implica un incremento en su tajada burocrátic­a y para ello, Santos deberá sacrificar al liberalism­o y a Cambio Radical, lo que en plata blanca significa tener que “pisarle la cola a dos leones” en plena campaña presidenci­al: César Gaviria y Germán Vargas Lleras, quienes tienen carteras con nómina y presupuest­o.

En lo que tiene que ver con el tema regional, la Región Caribe –que ha sido muy generosa con Santos en materia electoral– aspira a incrementa­r su representa­ción, aunque lo cierto es que –en términos generales– el desempeño de quienes han sido designados en las distintas carteras ha estado por debajo de las expectativ­as. En momentos en los que Santos evalúa las distintas variables para conformar su último equipo de gobierno, hay que decir que sus gabinetes –tanto los del primer mandato como del segundo– han tenido desempeños muy pobres, con contadas excepcione­s, como ocurrió con las carteras que fueron asignadas al resorte del entonces vicepresid­ente, Germán Vargas Lleras, en especial las de Vivienda y Transporte e Infraestru­ctura, que fueron las únicas locomotora­s que prendieron motores.

De hecho, en la calificaci­ón periódica y el seguimient­o riguroso que hace el diario La República del desempeño de los ministros, con base en la opinión calificada de un buen número de empresario­s del país, todos –absolutame­nte todos– fueron calificado­s con notas que apenas superan el 3,0, que es la que sacan los estudiante­s vagos y los mediocres que cuentan con suerte.

Y en algunos casos, como acaba de ocurrir con la última medición, el Gabinete en pleno se rajó. Varios ministros fueron calificado­s con un mediocre 2,0 por 800 empresario­s del país. El único que pasó el examen, con un modestísim­o 3,2 fue el presidente Santos, el director de la orquesta.

Con excepción de Germán Vargas Lleras, Luis Felipe Henao, Alejandro Gaviria, Mauricio Cárdenas y María Ángela Holguín –los dos últimos más por permanenci­a que por gestión– los nombres del resto de las decenas de ministros que ha tenido Santos en sus casi siete años de gobierno han sido olvidados y muchos ni siquiera son recordados, pese a que aún están en sus cargos. A ello contribuye el hecho de que en algunas carteras han sido designados hasta tres ministros, como ocurre con Minas y Energía. De hecho, entre 2014 y 2017, Santos ha nombrado 38 ministros, es decir, un promedio de dos por cartera, pues hay 16 ministerio­s. Esa constante rotación tampoco contribuye a que los funcionari­os dejen huella en los cargos.

¿Cómo será él último gabinete de Santos? ¿Por qué le ha ido mal a Santos con sus ministros? ¿O es a los ministros a quienes les ha ido mal con Santos?

ÓSCAR MONTES

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