Tertulias Siglo XXI
Una de las características de las crecientes cofradías de pensionados, que no por poco conocidas dejan de ser ciertas, es la de que en sus reuniones los temas de conversación se sazonan con una alta dosis de humor negro y de, valga la contradicción, ‘inocente cinismo’.
Ese talante lo da el desparpajo de la libertad para decir lo que se les venga en gana, puesto que ya no tienen que rendir cuentas a jefe alguno y cuentan con la inmunidad que da haber cumplido el ciclo de ‘servicios prestados’ sin tener la necesidad de ‘sobarle la chaqueta’ a nadie.
Los principales centros comerciales de la ciudad los acogen a diario, y a los que no pertenecemos a esos combos nos intriga el que exista suficiente material que sirva de tema de conversación para mantener activos y concurridos esos grupos habladores de paja.
A diferencia de épocas pasadas, en las que las fuentes de información eran escasas, limitadas y las reuniones se nutrían de los chismes parroquiales, hoy en día la hemorragia informática alimentada por el fácil acceso a Internet, en donde los blogs, Twitter y Facebook nutren, y de qué manera, los tópicos que adornan estas reuniones para hablar cháchara crecen en forma exponencial dando la patente para que cualquiera se sienta con autoridad para hablar sobre lo divino y lo humano.
Las facilidades para accesar a la información (mas no al conocimiento) han incidido no solo en que ahora los temas no se limitan como antes a las eternas parideras del Junior, a los estragos de los arroyos durante la ola invernal o historias parroquiales en las que afloraban puntiagudos cachos, sino que hoy se lanzan teorías atrevidas sobre la formación de tsunamis, la paz, las aseveraciones de Stephen Hawking sobre la destrucción del mundo y su renacer; Trump y su nuevo estilo de incidir en el mundo; países europeos queriendo independizarse del influjo de Estados Unidos, y muchos más temas.
Actualmente, a diferencia de antaño, cuando las ‘tallas’ en las tertulias eran capitalizadas por quienes referían los últimos chistes o estaban al día sobre los recientes chismes de la cuadra, contrasta el hecho de que ahora las vedettes y chachos de las reuniones son los navegantes electrónicos, quienes están al día no solo con los eventos locales sino sobre lo que ocurre en tiempo real en cualquier rincón del planeta.
Con la rapidez con que se está moviendo el cotarro y la variación en las costumbres, no nos deberá sorprender que dentro de poco los tertuliadores, para no estar out, tendrán que ir armados de sus iPhones o laptops, pero por supuesto después de haber recibido un curso intensivo para el uso de estos, dictado por los nietos.
Habrá que mudar los sitios de reunión a los cafés internet, en donde se podrán tener como invitados a desocupados cibernautas de la Patagonia y Ulán Bator (capital de Mongolia), entre otros.