La justicia, en la picota pública
La diosa Temis, la figura icónica y representativa de la justicia, provista en sus ojos de una venda y pendiendo en su mano derecha de una espada y en la izquierda de una balanza, simbolizando con ello la ecuanimidad, la imparcialidad, la ob- jetividad y el orden que se debe aplicar en la correcta administración de la justicia, debe estar en estos momentos reflejando un rictus de grima, dolor y repugnancia ante los escándalos de corrupción que envuelve a la justicia colombiana.
Ahora los escándalos los focaliza la captura del exfiscal Gustavo Moreno, que involucra a dos reconocidos expresidentes de la Corte Suprema de Justicia –con la mira de que otros tantos puedan ser vinculados a este caso– lo que ha ocasionado que la imagen de las altas cortes hayan resultado enlodadas y reciban el rechazo general de la ciudadanía.
Así se desprende de la última encuesta realizada por Gallup, correspondiente al mes de agosto y difundida por los medios de comunicación, que evidencian los niveles de desfavorabilidad que han tenido estas instituciones con este escándalo, en la que la Corte Suprema obtuvo un récord de imagen negativa del 72% y la Corte Constitucional del 63%.
Estos niveles han salpicado también por completo a toda la Rama Judicial, en el que el 83% de los en- cuestados pone en tela de juicio el sistema judicial colombiano.
La percepción que se tiene del aparato judicial en el país es de desconfianza y de poca credibilidad, a lo que ha contribuido su funcionamiento ineficiente, su paquidermia y morosidad en la prestación de sus servicios, sumando a ello las frecuentes irregularidades que son de conocimiento público.
Por eso a estas alturas no se nos ocurre otra cosa que pensar que en este contexto debe emprenderse con urgencia una reforma que le devuelva a la ciudadanía la confianza en la administración pública. Valmiro de la Hoz Cantillo Abogado