El Heraldo (Colombia)

Un empate que calmó los nervios de la hinchada en Barranquil­la

Fue casi un respiro al unísono lo que marcó el fin de 90 minutos, llenos de agonía Así se vivió el juego ante Brasil en el norte y sur de la Casa de la Selección.

- Por Ivonne Arroyo M. Twitter: @Ivonnearro­yom

Tenía los pelos de punta. Y no era para menos, pues aunque no había ni un cabello en la cabeza rapada del Helmer Gutiérrez, los nervios por el ‘jogo’ de once figuras colombiana­s ante Brasil, le erizaban los vellos.

Sobre su calva, en cambio, había un tiburón pegado con gota mágica. Según el fanático del fútbol, solo hincha de Colombia y de Junior, “le puse al animal por esta ocasión el smoking de la Selección”. Con ese actitud, vestido de tricolor, Gutiérrez asumió la misión de “formar la recocha” durante la trasmisión del encuentro en uno de los estaderos al norte de la ciudad.

“¿Cómo va a ser que en Barranquil­la la gente vea el partido calladito. Eso un costeño no lo puede permitir”, consideró Gutiérrez, llamado ‘Mico’ de cariño.

En el surocciden­te de la ciudad, a las afueras del estadio Metropolit­ano Roberto Meléndez, el ‘ideal’ de ambiente para el duelo futbolísti­co tiene el mismo color: amarillo.

Minutos antes de rodar la pelota en el ‘Coloso’, un grupo de niños calentaban jugando fútbol; Milena Rodelo meneaba una cuchara de palo para revolver el sancocho; Javier Conrado destapaba una cerveza en medio de una champeta y Abelardo Villavicen­cio se dedicaba a ‘mamarle gallo’.

“Yo creo que vamos a ganar 3-0 con goles de James, Falcao y Chará”, vaticinó un pequeño de 8 años, mientras custodiaba la pelota para que no entrara en el arco, en una de las callecitas al frente del estadio.

“Apostamos un 2-1 a favor de Colombia, ¿qué me dan si gano?”, dijo Villavicen­cio. En eso coincidió Conrado, con bebida en la mano. Ninguno acertó en el marcador, un 1-1 que apagó el pánico.

“Nos tranquiliz­a este resultado porque definitiva­mente no estábamos jugando con cualquier equipito”, opinó Gutiérrez al finalizar el partido.

Durante el juego, sin embargo, ningún rostro parecía tranquilo. ‘Mico’ se encargó de eso. Hizo sonar su trompeta en cada acción de impacto, provocó que otros fanáticos se taparan los oídos, que algunos hinchas se rieran a carcajadas y que todos celebraran con fervor un empate contra el nerviosism­o.

Fue casi un respiro al unísono lo que marcó el fin de 90 minutos y cuatro de reposición, llenos de agonía. El árbitro señaló el centro del campo e indicó que este partido terminó. Las decenas de hinchas reunidos en el recinto saltaron, como si cantaran un nuevo gol, cabezazo de Radamel Falcao. Con ese salto, quedó atrás el nerviosism­o por el peligro que generó el combo de Neymar, Willian, Fernandinh­o y Firmino.

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JOHN ROBLEDO Helmer ‘Mico’ Gutiérrez choca los puños de otros fanáticos de la Selección, al final del partido.
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Dos hinchas posan para EL HERALDO, en las afueras del estadio Metropolit­ano.
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Un grupo de niños juega fútbol antes del partido.

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