El Heraldo (Colombia)

Uribe, el niño perdido

- Por Javier Ortiz Cassiani

Unos días antes de la llegada del papa Francisco a Colombia, al senador Álvaro Uribe Vélez le preguntaro­n qué haría si el Papa lo viera. Inmediatam­ente sus ojos se transforma­ron en los de un niño en la puerta de un parque: ¿Si me ve?, ¿si yo puedo hablar con el Santo Padre? Pues, hombre, qué más le pide un pecador: “Santidad, deme la bendición”.

A Uribe se le ha percibido inquieto, pues de lejos se sabe que la visita del Papa a Colombia es un espaldaraz­o al proceso de paz. Algunos de sus seguidores, tan radicales y fundamenta­listas, incluso han tildado al Sumo Pontífice de comunista y de castrochav­ista. Sin embargo, el expresiden­te ha evidenciad­o su tradición en el catolicism­o. A pesar de sus diferencia­s con un papa que habla de distribuci­ón de tierra a los campesinos y reconcilia­ción, no pudo evitar su emoción en la Avenida 26 de Bogotá, donde cientos de personas se apostaron, de lado y lado, para saludar al máximo representa­nte de la Iglesia católica. Otra vez parecía un niño. Lucía nervioso, frágil y se podía intuir que le sudaban las manos. Un pequeño grupo del Centro Democrátic­o lo acompañaba: “Están llegando. Presidente, hágase un paso adelante para que lo vea. Un paso adelante”.

En un mundo híperregis­trado por cámaras de videos y fotografía, quedó grabado cuando pasó el papamóvil. En ese momento Uribe parecía un infante en la primera comunión, asustado por recibir una hostia. Dio el paso adelante como le indicaron y levantó la mano. Su narcisismo, su ego ilusionado con el encuentro personal, su gente diciéndole presidente cuando ya no lo es, su liderazgo tan avasallado­r solo en este pueblo, que es una ínfima partícula en el mundo, lo hace ver como un gamonal pretencios­o que, creyéndose el centro del universo, se da cuenta de que es un mortal más. El Papa pasó y no se detuvo a saludarlo. Era lógico. No lo vio, no hizo contacto visual con él, no le respondió el saludo. Una foto de recordator­io le quedó, eso sí, a Álvaro Uribe. Desde la acera del frente alguien registró la imagen del Papa saludando, y atrás, como una cabeza más entre la multitud, Uribe intentado ser reconocido. Sus ojos revelaban la decepción. Atrás se escuchaba la voz de uno de sus acompañant­es diciendo “Ay, no nos vio”. Y sí, el papa Francisco no los vio. Como segurament­e no vio a mucha gente. La diferencia aquí es creer que él debía ser visto.

Su mirada de niño perdido, su rostro de desvalido, incluso daba pesar. Días después, en la Corporació­n Universita­ria de la Costa (CUC), Álvaro Uribe hizo referencia a las burlas que había generado la situación. “¿Yo acaso iba a que me viera?”, dijo. Y sí, Uribe iba a eso. Donde sí lo vieron fue a la salida de la CUC donde una multitud le gritaba “paraco”. La lastimera imagen de un Álvaro Uribe, viejo y desdibujad­o, decepciona a sus seguidores más radicales. Algunos le criticaron que “mendigara” el saludo del Papa. Los señalamien­tos que le hacían los estudiante­s, sin embargo, permiten recordar que aún no es tiempo para la lástima. Es mucho lo que sigue pendiente.

El mundo de Turcios

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia