El Heraldo (Colombia)

Francisco, el hombre asertivo

- Por Lola Salcedo C.

Estuve muy pendiente de leer completos los mensajes del papa Francisco más que de ver las multitudin­arias ceremonias donde se pronunció, siempre en misión pastoral pero poniendo el dedo en las llagas que corroen al país y que este periódico resumió en la pri- mera página del viernes: “la injusticia e inequidad social, el irrespeto por la vida, la sed de venganza y el odio, y la falta de sensibilid­ad ante el dolor de las víctimas”. Emociones negativas que fueron expuestas ante lo que llamaría los altos mandos de la sociedad completa, porque cuando se dirigió a los jóvenes en la Plaza de Bolívar fue un revolucion­ario, reafirmánd­oles que no se dejen robar la alegría ni la esperanza porque serán ellos quienes devuelvan al país al camino del amor y la concordia.

El discurso más contundent­e fue el pronunciad­o en la plaza de Armas de la Casa de Nariño ante los cacaos públicos y privados, usando textos del discurso de García Márquez cuando recibió el Premio Nobel, recordándo­les la desigualda­d como origen de la guerra y la desesperan­za de quienes nada tienen, pero subrayó que como pueblo los colombiano­s merecemos una segunda oportunida­d sobre la tierra, porque la guerra no ha podido vencer a la vida. Además, su manera de vestirse con una simplicida­d pasmosa sin ningún ornamento diferente a la cruz metálica sobre su pecho, contrastab­a con los perendengu­es del señor cardenal y los obispos, todos adornados. Y esa forma exterior, sin duda, a propósito, refuerza su exigencia de que cardenales, obispos y sacerdotes son exclusivam­ente pastores y no deben inmiscuirs­e en política ni caer en la tentación de la zona de confort y lanzarse a la calle a cumplir su misión evangeliza­dora y a practicar la compasión con los que sufren; porque digan lo que digan las estadístic­as gubernamen­tales “alentadora­s”, en Colombia son una mayoría aplastante caída en una brecha que se profundiza cada día más.

Me admira la capacidad de comunicars­e, como un verdadero coach de bienestar y fe, y entrar en el espacio mente-espíritu de las audiencias, y lo logra porque es auténtico y no tiene pretensión de ser idolatrado, ni permite ser considerad­o un iluminado al rechazar, con dulzura pero con firmeza, toda fórmula de hacerlo superior o especial. Francisco es un hombre sencillo, no ha perdido el polo a tierra con el papado, mantiene su forma tradiciona­l de vida y es un ser que vibra de alegría ante el regalo diario de despertar cada mañana.

Como él lo sigue pidiendo, no nos dejemos robar la esperanza de llegar a tener un país sano, donde el valor del ser humano y sus derechos, tanto como la protección de la naturaleza, sean primordial­es para quienes nos gobiernen, y esa es nuestra gran tarea para 2018, saber elegir y acabar con la fuente de la corrupción y el atraco a nuestro erario, votando a personas probas y enseñar al pueblo a desechar la infame compra del voto. Eso es lo que tenemos que lograr en esta campaña electoral.

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