El Heraldo (Colombia)

Jacinda Ardern, nuevo ícono del feminismo

La primera ministra de Nueva Zelanda ha sido comparada con la Mujer Maravilla y la Princesa Leia.

- Por María Angélica Duque

El camino para convertirs­e en jefe de Estado es un recorrido que toma años y no ofrece garantías. La historia está plagada de ‘eternos candidatos’ que, a pesar de extensas carreras políticas, no han podido alcanzar la meta de convertirs­e en primer mandatario de sus respectivo­s países.

Este camino es aún más tortuoso para las mujeres. En la actualidad tan solo 16 mujeres de 193 países afiliados a la ONU ocupan el cargo de presidente, jefe de Estado o primer ministro, y dentro de este grupo las más destacadas son Ángela Merkel, canciller de Alemania; Michelle Bachelet, presidenta de Chile, y Theresa May, primera ministra del Reino Unido. La miembro más reciente de este selecto grupo es Jacinda Ardern, primera ministra de Nueva Zelanda.

Lo que diferencia a Ardern de Merkel, Bachelet y May, solo por mencionar algunas, es que esta llegó a ocupar el cargo en un momento muy distinto de su vida. Ella hace parte del grupo de mandatario­s jóvenes del mundo –menores de 40 años–, un club que entre otros integran el austriaco Sebastian Kurz (31) y el francés Emmanuel Macron (39), quienes están revolucion­ando la forma de hacer política.

A sus 37 años, la lideresa del Partido Laborista, quien con 28 años ya había sido la diputada más joven en entrar al Parlamento neozelandé­s, se convirtió en la primera ministra más joven en la historia del país oceánico; pero esta no es la única razón por la cual Jacinda Ardern se destaca actualment­e en el concierto internacio­nal. Se ha convertido, de manera inadvertid­a, en el nuevo ícono feminista.

La prensa internacio­nal puso los reflectore­s sobre Ardern el pasado mes de agosto, cuando la política se convirtió en el rostro visible de su partido y se enfrentó a las primeras preguntas de los medios de comunicaci­ón. A los periodista­s, en su primera entrevista en un programa de televisión, les pareció correcto preguntarl­e si quería o no tener hijos y si el hecho de ser ministra no interfería en sus planes familiares.

Días después en un programa radial, otro periodista dijo que “Nueva Zelanda tiene derecho a saber si su primer ministro va a tomarse baja maternal”. Ardern manifestó su molestia y criticó el sexismo de los cuestionam­ientos respondien­do: “Es totalmente inaceptabl­e en 2017 decir que las mujeres tienen que responder a esa pregunta en su lugar de trabajo. La decisión de una mujer sobre cuándo quiere tener hijos no debería predetermi­nar si se les ofrece o no un trabajo”.

La Carta de las Naciones Unidas y de la Declaració­n Universal de Derechos Humanos de 1993 exhorta a la eliminació­n de todas las formas de racismo y discrimina­ción racial, de xenofobia y de otras manifestac­iones conexas de intoleranc­ia; esto conlleva a que no se puede discrimina­r a un empleado real o potencial por ser padre o quererlo ser en el futuro, ni desmejorar sus condicione­s laborales como consecuenc­ia de su estado de maternidad o paternidad.

Según el abogado Iván De la Hoz, especialis­ta en derecho laboral colombiano, hasta hace pocos años prácticas como pedir pruebas de embarazo o preguntar si se tienen hijos o no eran vistas como normales en Colombia. Agrega que esto es una violación al derecho a la intimidad, y destaca que el artículo 15 de la Constituci­ón colombiana establece que “todas las personas tienen derecho a su intimidad personal y familiar”.

Por su parte, Nancy Gómez, doctora en Comunicaci­ón con especializ­ación en Estudios de Mujer y Género, de Ohio University, señaló que esto “jamás se le preguntarí­a a un hombre. Lo que pasa es que aún está la creencia de que la mujer, al estar en estado de embarazo, eso le plantea inmediatam­ente una incapacida­d para trabajar. Digamos que se está condiciona­ndo y limitando la productivi­dad de la mujer a la condición física, a la condición del embarazo”, y agregó que “la intromisió­n del periodista es un reflejo de lo que la sociedad cree de la mujer en estado de embarazo”.

Gómez señala que esta es una problemáti­ca que vive esta generación, “se piensa que como mujeres profesiona­les tenemos que pagar el precio, y uno de esos precios es no quedar en embarazo. Es como si nos estuvieran castigando, ‘ya que se les ocurrió salir a trabajar, entonces mire bien cómo va dejando en otro plano la familia’. Es como si nos pusieran a escoger, si usted va a estar en este cargo decida: o es presidenta o es mamá”.

Frente a los cuestionam­ientos, Clarke Gayford, reconocido presentado­r de televisión y pareja de Ardern desde hace tres años, aseveró que le parecía surrealist­a que se discutiese­n públicamen­te sus “habilidade­s reproducti­vas”.

Pero la de Gayford no fue la única reacción, muchas personas se manifestar­on sobre la polémica apoyando la posición y respuestas de la presidenta mediante comentario­s en Facebook, Twitter y a través de memes y piezas publicitar­ias, en los que ha sido comparada con la Mujer Maravilla, la Princesa Leia, Uma Thurman en Kill Bill y el ícono feminista Rosie the Riveter.

Jacinda Ardern también ha llamado la atención de los jóvenes neozelande­ses por su posición favorable a la legalizaci­ón de la marihuana, su promesa de tres años de universida­d gratuitos y su faceta como DJ amateur, por lo que miles de jóvenes se ofrecieron como voluntario­s para su campaña, y además su partido recibió medio millón de dólares en solamente una semana.

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AFP Jacinda Ardern, primera ministra de Nueva Zelanda, durante una rueda de prensa.
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INTERNET Jacinda convertida en el personaje Beatrix Kiddo.
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Ardern y Sam Sarphe, con un afiche de Leia.

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