Una noche en búsqueda de profanadores de tumbas
La Policía organizó recorridos para prevenir delitos en cementerios de Barranquilla y Soledad, en la víspera de la Noche de Brujas.
El cementerio municipal de Soledad permanece sin vigilancia desde hace seis meses debido a que los celadores nocturnos “no aguantaron la presión”, aseguró Humberto Garrido, quien se sienta todas las noches en una banca a las afueras del camposanto.
Este hombre, vecino del lugar, tiene como tarea improvisada “espantar” a quienes intentan ingresar de noche.
El comentario de Garrido coincidió con la denuncia hecha ante las autoridades por parte de la comunidad de Soledad 2.000, que sostiene que desconocidos entran supuestamente al cementerio, consumen sustancias alucinógenas e incluso profanan tumbas.
En ese sentido, la Policía Metropolitana de Barranquilla decidió realizar un operativo nocturno con motivo de la Noche de Brujas, fecha en la que, según creencias populares, surgen manifestaciones oscuras.
A este operativo especial acudió EL HERALDO para ser testigo directo de los supuestos profanadores de tumbas y, más allá, los individuos que irrespetan el camposanto.
Desde las 11:00 de la noche del lunes 30 hasta la 1:00 de la madrugada del martes 31 de octubre, un grupo de ocho policías emprendió la actividad.
“Esperamos detener a personas inescrupulosas que pretenden rendir cultos satánicos dentro de estos camposantos”, dijo el mayor Carlos Mauricio Gamboa, comandante del Distrito 6 de Policía y oficial encargado del operativo.
De encontrar a alguien cometiendo este delito, según el oficial, deberá pagar una multa de hasta 10 salarios mínimos vigentes, tal y como lo estipula el Código Penal.
Al entrar al cementerio se divisaban hileras de tumbas en penumbra. Los agentes de la Policía se dividieron en parejas para recorrer verticalmente los angostos espacios que hay entre las bóvedas, muchas de estas ya abiertas. Iluminaban sus rutas con celulares en la mano izquierda, mientras con la derecha sostenían el arma de fuego apuntando siempre al suelo.
Recorrieron la extensión del cementerio en pocos minutos: “Nada, limpio”, dijo uno de los agentes de la Sijín, cuando terminó la búsqueda que emprendieron de muro a muro.
“Limpio”, contestaron dos parejas de investigadores más, hasta que la última resa”, portó un hallazgo.
Una tumba abierta dejaba ver los restos de uno de los huéspedes del camposanto.
El maullar de los gatos y las manos que se estrellaban intentado acabar con mosquitos eran los únicos sonidos que ambientaban la escena de los uniformados que corroboraban dentro de un saco plástico blanco si estaban todas las partes del muerto.
“Está completo”, expresó uno de los uniformado a Gamboa, en referencia al esqueleto hallado.
En ese momento, el oficial hizo una seña con su mano y los policías se retiraron del sitio.
EN EL CALANCALA. Ayer nos dirigimos al Cementerio Central Calancala, en el barrio San Isidro, esta vez sin el apoyo policivo. Allá, Rubén Guerra Mendoza, vigilante nocturno hace 12 años, nos recibió.
“Si los perros ladran es una persona, si aúllan es otra co- dijo Rubén. Se reconoce como un “hombre guajiro” que no le huye a nada y por eso cada vez que en su jornada nocturna escucha un ruido o ve una sombra, dice ir directamente a la fuente.
“Soy católico y creo que un lugar como estos es diferente, hay muchas almas en pena”, no obstante, aseguró que nunca ha sido testigo de una aparición paranormal, solo eventos difíciles de explicar.
Nunca se ha topado tampoco con un profanador de tumbas. “A veces dejan muñecos, velas prendidas o animales descompuestos”, anotó como las apariciones comunes que se encuentra.
La Policía Metropolitana y la Alcaldía Distrital, durante Comité de Orden Público realizado ayer, detallaron que se iban continuar los servicios especiales de vigilancia en cementerios, parques y centros comerciales con motivo de la fiesta popular.