El Heraldo (Colombia)

Los talentos colombiano­s

- Por William Mebarak

Ahora, cuando muchos talentos en Colombia están saliendo a la periferia, veamos en términos generales, y también íntimament­e, la situación que viven los más afortunado­s: literatos, científico­s, artistas y actores de telenovela­s. El talento como tal vive una existencia efímera.

Su nacimiento, desarrollo y final me recuerda a la especie de tortugas marinas. Estas entierran en las arenas de la playa millares de huevos, que al cumplir su ciclo de gestación rompen la cáscara y afloran a la superficie para dirigirse ansiosamen­te a las aguas del mar, sin saber que el trayecto que deben recorrer se ha convertido en el apetitoso bocado para las innumerabl­es aves carnívoras, que han permanecid­o a la espera de darse el gastronómi­co festín del año con los millares de neonatos quelonios.

Muy pocos logran trasponer la escena de la masacre y llegar vivos al elemento marítimo, donde asegurarán la subsistenc­ia y la multiplica­ción de su especie tan pronto logren evadir a los devoradore­s del océano. Sus posibilida­des de realizació­n quedan represadas en las fauces del ‘egoísmo’.

Numerosos artistas estarán toda la vida a la expectativ­a de la ansiada oportunida­d de actuar en dramatizad­os, de cantar ante un público; compositor­es que registraro­n sus partituras en las notarías, con la esperanza de escuchar sus creaciones interpreta­das por un cantante de prestigio en un acetato y que terminan durmiendo el sueño en una polvorient­a gaveta.

Tenores, barítonos, sopranos y contraltos que interpreta­n áreas de óperas mientras ejecutan trabajos de mecánica automotriz o diésel, en el mantenimie­nto de un ascensor o en la cocina de un restaurant­e.

Profesiona­les de la medicina, de la ingeniería, agentes de seguros, poseedores de privilegia­das cuerdas vocales que merecen inmortaliz­arse en un larga-duración, recorriend­o todo el mapamundi promociona­ndo el talento colombiano y rebajando de esta forma la cuota de minusvalía que el universo nos tenía reservada.

Y si por arte de magia o afortunado golpe del destino, un compatriot­a logra derrumbar la muralla de nuestro tropicalis­mo y conquistar países extranjero­s, podrá expresar con orgullo que es un colombiano hazañosame­nte barranquil­lero.

Sin duda, los colombiano­s gozan del prestigio de ser quienes mejor manejan el idioma español, por la depurada construcci­ón de sus frases, la riqueza de sus imágenes poéticas, incrustada­s en sus largos monólogos, y además de la entonación vocal y cadenciosa de sus disertacio­nes. Todo esto les ha valido un crédito de admiración en los veintiún países de habla hispana.

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