El Heraldo (Colombia)

Ausentismo de mala fe

- Por Tatiana Dangond @tatidangon­d

La situación de Colombia, que parece empantanar­se políticame­nte ante la dificultad en el trámite de proyectos que le darán viabilidad al posconflic­to, se agudiza ante un Congreso que, con su ausentismo en los debates más trascenden­tales para el futuro del país, solo aporta al triste e insuperabl­e sentimient­o de decepción que tiene la sociedad frente a la política nacional. No les da vergüenza con el país este escenario de abierta presión de los partidos y sus políticos hacia el gobierno para pedir burocracia a cambio de la aprobación de reformas transversa­les a nuestra Constituci­ón, la justicia y la democracia, como lo son la reforma política y la ley estatutari­a de la Jurisdicci­ón Especial para la Paz.

Esta inmerecida posición política de la que hoy gozan muchos de quienes ni siquiera son capaces de adelantar un debate serio, profundo y crítico sobre lo que vendrá para Colombia, debe traducirse en una verdadera responsabi­lidad política exigida desde la ciudadanía. Es ciertament­e inaudito lo que sucede actualment­e en el Congreso, donde senadores y representa­ntes juegan con el quorum para saciar su sed de poder y garantizar su futuro político en las próximas elecciones, cuando su deber y obligación es representa­r al pueblo colombiano y garantizar el efectivo funcionami­ento del poder legislativ­o.

Cuando se mira la lista de congresist­as que han brillado por su ausencia, es claro que no es una conducta exclusiva de Cambio Radical –partido que abiertamen­te ha manifestad­o que no aprobará determinad­os puntos que se encuentran en debate, apoyándose en las posturas del Fiscal General– sino un comportami­ento que se extiende a todos los políticos, tanto de la oposición uribista como a los que conforman los restos de la unidad nacional. El tema del ausentismo, además de ser una actuación inadmisibl­e y una muestra del poco o nulo interés genuino de los congresist­as en la justicia transicion­al y el sistema electoral, da cuenta de un país con una crisis de representa­tividad tremenda que difícilmen­te se puede subsanar si seguimos las dinámicas electorale­s enquistada­s en el comportami­ento político nacional.

Apartarse de estas prácticas que han llevado a la conformaci­ón de un Congreso con patente flojera colectiva es el pensamient­o clave que deberá servir de base para el debate electoral del 2018, un reto frente al cual tal vez la sociedad no esté preparada, pero que debe ponerse sobre la mesa en las exigencias de la opinión pública. Es importante castigar con el voto a quienes se han acostumbra­do a que el desinterés ciudadano se traduzca en carente responsabi­lidad política por sus acciones, único mecanismo que nos queda a los colombiano­s para rebatir las insolencia­s que protagoniz­an ciertos representa­ntes y congresist­as.

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