¿Engañados?
El anuncio del lanzamiento de un candidato a la Presidencia del partido de la Farc ha llevado a que muchos que apoyaron el ‘Sí’ se sientan defraudados, confundidos ante los mensajes de la oposición que como niños chiquitos sostienen que esta noticia es la crónica de una muerte anunciada, y que no habrá justicia para las víctimas como resultado de esta participación política. Lo cierto es que los colombianos lejos de ser engañados, hemos tenido toda la información a nuestro alcance, pero lejos de promover un debate serio con los diferentes puntos del acuerdo muchos se limitaron a titulares que no medían el alcance de sus anuncios, a noticias falsas y virales que circulaban en las redes sociales.
Si hace una lectura juiciosa del Acuerdo Final, este no establece si quienes participarán en el escenario político deberán pasar previamente por la Jurisdicción Especial para la Paz, sino que por el contrario lo deja abierto, frente a lo que considero es un tema que debe ser desarrollado y regulado por el Congreso de la República en el marco del debate de la ley estatutaria de la JEP. Sin embargo, la noticia de ‘Timochenko’ ha dejado estupefacta a la sociedad colombiana e internacional, pues independientemente de lo pactado en materia de participación política, los estándares internacionales de justicia hacen parte integral del Acuerdo, por lo que cualquier disposición que sea contraria a las obligaciones internacionales de Colombia en materia de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario, no podrá ser aplicada en el orden interno.
Ahora serán los parlamentarios quienes tendrán responsabilidad sobre lo que está pasando, ante una ciudadanía preocupada por el futuro del país y la incertidumbre en los puntos del Acuerdo, los representantes y senadores deberán ser quienes marquen las pautas legales para que haya coherencia entre lo pactado y nuestra Constitución. Nuevamente, el ausentismo de ninguna forma responde a la responsabilidad política que merece el tema.
En síntesis, está claro que el gobierno no ha engañado a la ciudadanía, menos aun cuando todos los puntos acordados fueron publicados y siguen siendo objeto de debate en el Congreso. Sin embargo, la indignación frente a la candidatura de ‘Timochenko’ debe apuntarle a la sanción política de este candidato, quien ha decidido postularse a un cargo público sin antes haber cumplido con sus compromisos en el marco de la construcción de paz, justicia y reparación integral de víctimas. Colombia tiene que aprender a perder el miedo a las candidaturas que llevan a decisiones electorales equivocadas para abordar el debate político con seriedad, utilizando el voto como principal herramienta de cambio y de castigo social hacía aquellos políticos que pretendan de cualquier forma atentar contra la estabilidad de nuestra democracia.