¿Utopía o realidad?
Hay temas en la vida real, actual, que reiteradamente ocuparán la atención de la opinión pública porque inciden en el diario vivir, en la cotidianidad, en la calidad de vida que el progreso y la tecnología parece atropellar. Son temas que impactan en nuestra existencia directa o indirectamente porque comprometen nuestra puntualidad, nuestros horarios, nuestras agendas, nuestras alternativas laborales, académicas, domesticas, culturales y hasta lúdicas. Son temas que alteran nuestra existencia hasta el punto de promover problemas de salud o de trabajo o de simple permisividad social.
La movilidad en la ciudad se ha convertido en el dolor de cabeza más grande que los habitantes de la urbe puedan manejar. La excesiva congestión del tráfico, las cada vez más vías estranguladas y pocas nuevas –o mejor dicho ninguna–, la gigantesca proliferación de taxis de todas las especies, la desobediencia de ellos al invadir calles prohibidas para su circulación, la ausencia de la autoridad policiva cada día más notoria, porque las infracciones por cientos suceden en sus propias narices y ni siquiera los uniformados voltean a mirar, en fin, el colapso no es para mañana porque ya se inició y lo estamos viviendo a toda hora, no solamente en las llamadas horas pico.
Los gobernantes tienen que mirar hacia el futuro, tienen que planificar para el mañana, deben adelantarse a lo que llega irremediable y no esperar para actuar después que el ahogo domina la situación. Creemos que en Barranquilla dentro de su perímetro urbano no tiene para donde más construir nuevas vías.
Entonces, aunque parezca utópico decirlo ahora o quizás se nos tilde de locos, parece que la solución podría ser la ampliación de mas vías, como por ejemplo la Carrera 46 u Olaya Herrera a cuatro carriles para que los automóviles tengan otro carril no ahorcado, como hoy, lamentablemente, por el Transmetro. Si se mira objetivamente desde la Calle 30 hasta la 53, o sea Portal de Prado-Catedral, el tema es iluso pero es factible. Puede durar muchos años realizarlo pero se podría comenzar lo más pronto posible.
Si la ampliación de la Carrera 50 tuvo un retraso de cuarenta años, lo propuesto aquí podría ser otros cuarenta, pero ¿por qué no iniciarlo o planificarlo desde ya? La misma Calle 30 desde el mercado hasta el aeropuerto permite acariciar este proyecto. Las carreras 38, 43, 44, la misma Vía 40, todas son susceptibles de ampliaciones ambiciosas y hasta pasos a nivel en determinadas esquinas. Calles como la 84 desde la 38 hasta la Torcoroma, Murillo en toda su extensión, la 61 en grandes tramos, tienen mucho de donde poder obtener espacios. ¿Por qué no pensar desde ya en las avenidas aéreas, elevadas, de muchos kilómetros; es decir, vías de segundo piso como existen hoy en cualquier ciudad del mundo sin ser capitales y han solucionado grandes problemas de congestión? Sabemos que estamos sugiriendo quizás utopías, pero que con los años pueden convertirse en realidades. Dentro de cinco años en Barranquilla no se podrá transitar en carro particular. Lo viviremos si el Señor nos da vida, pero es una realidad en nuestras propias narices. Tenemos una Alcaldía ágil, comprometida, que mira al futuro. ¿Por qué no más allá del futuro?