Calles que no deben morir
Toda ciudad en el mundo tiene una calle considerada la más representativa de la ciudad, ya sea por tener el comercio más elegante y costoso, por ser el epicentro de la ciudad o por hacer parte de su historia. En París, los Campos Elíseos son ‘la calle de París’, la primera que todo turista quiere conocer, la que conserva muchos de los restaurantes más tradicionales de la ciudad y es paseo obligado de los parisinos. Igual, en Roma, la Vía Veneto es el corazón de la ciudad. La de los costosos hoteles, de los tradicionales cafetines que han estado allí por siglos y aún permanecen vigentes, como también algunas elegantes boutiques. En Madrid, La Gran Vía, esa que todos quieren recorrer: la de teatros, almacenes, folclor. En Nueva York, la elegante 5ª Avenida, con sus lujosas tiendas, la que bordea el Central Park y alberga los mas importantes museos. Esa donde aún prima la elegancia al vestir, a pesar de las hordas de turismo, vestidos no siempre a la altura de esa elegante vía. Y Broadway, la que no duerme, la de los más famosos espectáculos del mundo. En Hamburgo, la Reeperbahn: la del folclor, la de la diversión y la que algunos llaman “la del vicio”. Y en Barranquilla no nos quedamos atrás, aunque tristemente solo podemos decir: “Aquí tuvimos la calle San Blas”: la del comercio fino, la elegante, la de mostrar, la de recorrer en ratos de ocio, la de Gabo y los intelectuales, la del gran teatro Colombia; que por desidia, por valorar muy poco lo nuestro, la abandonamos y la dejamos fenecer. Y la que era la espina dorsal de la ciudad: Olaya Herrera, permitimos que una planeación absurda, incomprensible e incompetente la acabara. Algo similar puede ocurrir con la 7ª en Bogotá. Ojo, santafereños. /