El estrés escolar
en la cabeza, memorizar en lugar de jugar. Aprender, no imaginar ni crear.
Por fortuna para los niños aterrorizados por el estrés escolar, empieza a existir hoy la alternativa de que sus padres puedan sacarlos de las instituciones y educarlos en casa, con ayudas virtuales.
Para empezar, no tienen que levantarlos tan temprano porque se ha comprobado que nada como dormir para activar el desarrollo cerebral de los niños.
El Tiempo acaba de publicar un reportaje de Simón Granja con Jürgen Klaric, experto en lo que llaman Neuromarketing, y que identifica al estrés escolar como una enfermedad.
A sus 47 años y por experiencias vividas con su hija, Klaric se puso a investigar y produjo el documental Un crimen llamado educación, en el que muestra cómo el sistema educativo no considera diferentes a los niños y enseña a todos por igual. “Está dirigido a una sola inteligencia, las matemáticas, y menosprecia las mentes creativas de los músicos y otros artistas”.
Uno de los problemas del sistema educativo, según Klaric, es que no somos conscientes de lo que pasa y no tenemos tiempo para analizarlo, sino para rutinizarnos y repetir pensamientos ajenos. Pensar es aventurar hipótesis en busca del conocimiento, y para eso no tenemos tiempo.
Ha pasado mucho desde la infancia de mis hijos y muchísimo más desde la mía, pero todos podemos soñar con el futuro feliz de la educación que Klaric imagina con chicos cultivando en libertad sus alimentos, comiendo en forma sana en lugares donde no los castigan, cuartos de meditación donde controlan su energía, sitios en los que predominan el deporte y la respiración y donde se prohíbe recetar Ritalin a niños hiperactivos y desconcentrados.
Lo que Klaric busca es generar conciencia. Conciencia de que no sabemos siquiera por qué el sistema educativo nos afecta tanto. ¿Acaso, digo, porque estudiar implica esfuerzo, sacrificio, algo de exigencia y dolor en humanos de cualquier ámbito competitivo, cualitativo, frente a los demás o frente a ellos mismos?
Klaric sostiene que, una vez conscientes del problema, empezaremos a generar propuestas y encontrar caminos que nos conduzcan al cambio. Creo que Joao, alcalde de Soledad, acaba de hacerlo.