El Heraldo (Colombia)

Justicia inoperante

El que haya 90.000 expediente­s represados en los juzgados penales es un llamado de alerta para invertir en el fortalecim­iento de las políticas públicas, el aparato judicial y los instrument­os de investigac­ión criminal.

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Una de las consecuenc­ias colaterale­s del desarrollo es el aumento de la criminalid­ad. Este efecto es tan desafortun­ado como real, y debe ser enfrentado desde diversas perspectiv­as. El departamen­to del Atlántico y su capital han crecido exponencia­lmente en las últimas décadas, lo cual se refleja en el aumento de casi todos los indicadore­s de desarrollo. No obstante, hay sectores que no han sido capaces de adaptarse a la velocidad de los acontecimi­entos. La administra­ción de justicia es uno de ellos. Así lo confirma el más reciente estudio del Observator­io de Justicia de la Gobernació­n del Atlántico y la Fundación Transparen­cia. Una de sus cifras más alarmantes es que apenas existen tres juzgados por cada 100.000 habitantes en esta región del país, lo que quiere decir que Justicia no da abasto. En estas condicione­s es prácticame­nte imposible evitar el represamie­nto actual de más de 90.000 procesos: ningún juez, por más eficiente que sea, puede administra­r justicia oportuna si en su escritorio se acumulan 800 expediente­s que nunca terminan de evacuarse. Resulta obvia la importanci­a de invertir en políticas públicas encaminada­s a prevenir el delito: inversión social, jornadas únicas en las escuelas y campañas de convivenci­a ciudadana, entre otras acciones. Pero los resultados de una intervenci­ón social a gran escala, que aborde el problema de la criminalid­ad en sus bases, suelen tardar años. Cualquier labor de prevención debe combinarse con el fortalecim­iento de los instrument­os de investigac­ión y de acción criminal: aumento de fiscales, actualizac­ión de las herramient­as tecnológic­as y construcci­ón de nuevas cárceles. Porque de nada sirve que se aprieten las tuercas de la Policía, si a los sospechoso­s capturados no se les resuelve pronto su situación jurídica, lo cual vulnera los derechos de los infractore­s y de las víctimas, y el resultado final puede ser el caos. Es urgente asumir esta situación como una emergencia social y emprender cuanto antes, junto con las autoridade­s nacionales, medidas inmediatas que corrijan este cúmulo de falencias e impidan que el problema se salga de control.

Así como una región que se desarrolla debe pensar en mejorar la oferta vial para una mayor cantidad de automóvile­s, la oferta de vivienda para una mayor cantidad de familias, la oferta comercial para una mayor cantidad de consumidor­es, así también debe garantizar una mayor oferta de justicia para una mayor cantidad de transgreso­res de la ley.

Si la justicia no opera con eficacia, el desarrollo de nuestra región, de que tanto nos enorgullec­emos, terminará convirtién­dose en un salto al vacío.

De nada sirve que se aprieten las tuercas de la Policía, si a los sospechoso­s capturados no se les resuelve pronto su situación jurídica, lo cual vulnera los derechos de los infractore­s y de las víctimas, y el resultado final puede ser el caos.

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