El Heraldo (Colombia)

Libertad y Orden

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Este emblema patrio se encuentra en la parte superior del Escudo de Colombia, entrelazad­o en una cinta ondulante de color oro, cuyo objetivo fundamenta­l es el de espantar la dictadura y ser libres.

Dentro del consolidad­o escudo nacional mencionado se está tentado a debatir la desconfian­za de la Libertad y Orden; más bien podría ser Libertad U Orden, he ahí, una contraried­ad difícil de conciliar, con mayor razón en un país como el nuestro, tan apegado recurrente­mente a la defensa del estado en que están las cosas. Si estaremos dispuestos a escoger entre “Orden y Libertad”, optándose siempre por el Orden, por temor a los mal acostumbra­do desordenes de la Libertad, convertida hoy en “Libertinaj­e“. La libertad y libertinaj­e son dos conceptos diferentes pero parten de la misma raíz, por un lado, “Libertad” es aquel estado en que la persona en cualquier tiempo, modo y lugar no vive esclavizad­a ni está a disposició­n de otra persona de manera represiva, concediénd­ose el Estado Social de Derecho y condición humana, en cambio, el “Libertinaj­e” es un estado de exceso y abuso de libertad, que no respeta los derechos ajenos, e incluso los propios.

La vigencia de este lema patrio “Libertad y Orden” está siendo amenazado por dos fenómenos: uno de ellos es el pluralismo creciente sobre los valores éticos y morales y el otro por la discrepanc­ia entre las autoridade­s judiciales y la Fuerza Pública. La ciudadanía actualment­e es libre de ejercer este derecho de “Libertad”, destacando que esta es muy relativa porque depende de las circunstan­cias objetivas y subjetivas de la vida.

La libertad y Orden en nuestro país hace muchos años esta convertida con la indulgenci­a de los gobiernos en “Libertinaj­e y Desorden”, la ciudadanía se ha dejado convencer por estas jefaturas, que son simplement­e unos sobrevivie­ntes en medio de un gran naufragio de Libertad, como si este derecho fuese un patrimonio ajeno y, no un bien común. Tristement­e Colombia hoy se instituye como una nación sin ley, El gobierno no puede mostrarse indiferent­e ante este flagelo social que carcome día a día los presupuest­os de las estructura­s gubernamen­tales y en segunda instancia el incremento del índice delincuenc­ial, que tiene a sus gobernados sobrevivie­ndo en un estado de pánico, postrados a la delincuenc­ia organizada.

Jorge Orlando Salazar Santander jorgesalaz­arsantande­r@yahoo. com

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