La metáfora de la vida
El último martes 14 de noviembre Colombia se dio el gusto de regodearse con un triunfo más con su Selección Colombia, en esta temporada exitosa que nos lleva ilusionantes a Rusia, a competir con el orgullo que le brota a nuestra Selección, dispuesta a dejar, a como dé lugar, hasta al mismísimo Putin con la boca abierta.
Ustedes estarán pensando qué bicho me ha picado para que yo les hable de fútbol esta mañana. No es afición futbolera, sino orgullo nacional identitario enraizado y circulando por mis recuerdos, esa anestesia de las dificultades del vivir incrustada en la metáfora de que la vida es un partido de fútbol. Y nos toca jugary lo. Algún gol metemos, aunque algunos más nos mete. Es la vida. Es el fútbol.
Corría 1993, yo estaba recibiendo uno de los goles más determinantes en mi partido por la vida, aunque comparado con el último, hace 3 años, se queda chiquito. Eran las eliminatorias del Mundial USA, en el partido más importante de la historia de nuestro fútbol: 5 goles a la Argentina y 0 goles a nosotros. Claro que, como decía un amigo, “si oyen la versión argentina serán 5 golitos y 0 golazos”.
Yo estaba en una clínica. Intubada. Rodeada de aparatos esperpénticos, y la enfermera, asustada, intentaba mantenerme quieta. Viendo aquellos muchachos aguerridos, dando el pecho y el alma en aquella lucha victoriosa de la alegría, de la sencillez contra la presunción, me hicieron sentir que yo también podía ganar mi batalla.
Así es el fútbol. Tiene el poder de introyectar la autoestima, ese toque de valentía que todos necesitamos en tantos momentos. Es el fútbol. La metáfora de la vida.