El Heraldo (Colombia)

Las tenebrosas grabacione­s a ‘fleteros’

- Por Humberto Mendieta mendietahu­mberto@gmail.com

Un funcionari­o público me dejó escuchar varias tenebrosas grabacione­s telefónica­s realizadas por las autoridade­s a ‘fleteros’ y sicarios. Habían sido hechas al azar. En ellas se podían oír las voces de hombres y mujeres delincuent­es que daban señas a sus compinches para robar o matar en las calles de Barranquil­la. Eran frases cargadas de vocabulari­o de alto calibre, del mismo calibre con el que disparan a sus víctimas, casi siempre indefensos ciudadanos que acababan de salir de un banco con dinero en efectivo.

Recuerdo ese episodio a partir de una captura realizada hace tres días y sobre la cual este diario publica en su web los audios de la banda ‘los Discretos’. Suponemos que por su silenciosa forma de actuar.

La modalidad del ‘fleteo’ se ha incrementa­do en los últimos años en todo el país a partir de la proliferac­ión de motos, un vehículo de fácil escape. El ‘fleteo’, que viene de un término que se usa en el transporte, es un peligroso hermano mayor del ‘paquete chileno’, muy en boga por los 60 y 70, y bien llevado al cine en 1973 con The Sting, o El golpe, un filme protagoniz­ado por Robert Redford y Paul Newman, en el que se dibuja ese delito por parte un par de buenosmozo­s timadores antihéroes. En este tipo de conductas eran expertos los delincuent­es gringos y europeos y, por supuesto, los criollos también.

Pero el asunto no es para verlo de manera anecdótica. Sobre quién es el cómplice que entrega la informació­n se tejen varias hipótesis. Lo cierto es que los ‘fleteros’ exigen con absoluta certeza al momento de actuar el monto exacto del dinero retirado por la víctima. Las grabacione­s dan cuenta de las señas y la informació­n que se da para robar, y en muchos casos matar, de tal forma que el bandido llega con propiedad a su víctima diciéndole cuánto tiene entre los bolsillos o en su bolso.

Los robos y muertes son pan de cada día, y aunque la Policía actúa, los hechos se dan con tanta frecuencia que ya no forman parte de la agenda informativ­a de los medios de comunicaci­ón. Las frases grabadas en lenguaje de ladrones y sicarios asustan porque se escucha en directo el preámbulo de un acto criminal sobre alguien, que no sabe –o no supo– qué va a pasar, pero que al oír las voces, y aun a sabiendas de que el hecho ya ocurrió, lo que el oyente quiere es avisarle desesperad­amente a la víctima que “se quite, que corra, que lo van a robar o a matar”. Dramático.

Coletilla estudianti­l: organizado por la Fundación Asobiffi se realiza hoy el trigésimo encuentro biffeño lasallista en Barranquil­la, el cual convoca a diferentes generacion­es de exalumnos de esa institució­n que cumple 121 años aquí. Se trata de un cálido encuentro para recordar los tiempos de la infancia y la adolescenc­ia. Una carga y recarga de nostalgia y alegría.

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