Descentralización: ¿Sí o no?
¿Es bueno o malo descentralizarse? Podría responderse que la descentralización es como el matrimonio. No es tanto descentralizarse, sino cómo y con quién te descentralices. O sea. No es lo mismo descentralizarse de modo federal, germánico, ordenado y pulcro como hicieron los alemanes desde 1949, que descentralizarse un poco en plan a ver qué pasa, desordenado y caótico, al más puro estilo latino, como hicimos los españoles desde 1978. Y de cómo te descentralices, de los pequeños detalles, dependen muchas cosas.
Pasar de un modelo de descentralización administrativa como el colombiano actual a uno de descentralización normativa, la famosa autonomía, como el español, requeriría reformas: habría que modificar la Constitución incluyendo, como mínimo, dos listados, el de las competencias nacionales y el de las autonómicas, es decir, aquello sobre lo que puede legislar el Estado y aquello sobre lo que pueden legislar las regiones. Y no es lo mismo que esa distribución sea cerrada y una vez hecha ya no se pueda tocar, que sea abierta y el Estado pueda ir cediendo progresivamente competencias adicionales a las regiones.
Esto último genera una dinámica centrífuga que puede llevar a funestas consecuencias. Por ejemplo, que Cataluña un día se despierte y de verdad se crea que es un país independiente. Más. Habría que replantearse el Senado. Que fuera una verdadera cámara territorial que representara y coordinara a las regiones. No hacerlo puede llevar a descoordinaciones legislativas entre las regiones que conduzcan a que cada una legisle una misma materia de modos contradictorios.
Y aún más. La autonomía supone una distribución de ingresos y gastos totalmente diferente a la actual en Colombia. Las regiones aumentan su capacidad de gasto exponencialmente. Si se les da también la competencia recaudatoria eso supone obligarles a asumir responsabilidades (subirle los impuestos a los ciudadanos tiene consecuencias electorales).
Pero si gastan las regiones y recauda el Estado, el gasto puede dispararse. Y la corrupción. Ay, la corrupción. Si usted vive en una sociedad que persigue ferozmente la corrupción no hay de qué preocuparse. Pero si no, cuidado, porque en España la mayoría de los escándalos de corrupción han tenido lugar a nivel autonómico y local. Y lo fundamental: ¿descentralizarse para qué sirve? Para que los servicios sociales se presten más eficientemente. Es decir, para dar más y mejores derechos sociales a los ciudadanos. ¿Usted cree que la dinámica de la sociedad, la política y la economía colombianas es dar más derechos sociales? ¿Más salud? ¿Más educación? ¿Más bienes y servicios públicos? Si la respuesta es afirmativa, adelante con la autonomía.
Si se le tuerce a usted el gesto imaginándose a ciertos políticos recibiendo los nuevos caudales…, entonces tal vez debería pensarse dos veces lo de la descentralización. Moraleja, la autonomía no es en sí buena o mala. Depende de cómo se haga y con qué fines. En España creo sinceramente que ha traído bienes (más y mejores servicios públicos), pero también males (endeudamiento, aumento de impuestos, corrupción e independentismos). ¿Qué traerá en Colombia? Depende de ustedes.