El Heraldo (Colombia)

Descentral­ización: ¿Sí o no?

- Por Alfredo Ramírez Nárdiz @alfnardiz

¿Es bueno o malo descentral­izarse? Podría responders­e que la descentral­ización es como el matrimonio. No es tanto descentral­izarse, sino cómo y con quién te descentral­ices. O sea. No es lo mismo descentral­izarse de modo federal, germánico, ordenado y pulcro como hicieron los alemanes desde 1949, que descentral­izarse un poco en plan a ver qué pasa, desordenad­o y caótico, al más puro estilo latino, como hicimos los españoles desde 1978. Y de cómo te descentral­ices, de los pequeños detalles, dependen muchas cosas.

Pasar de un modelo de descentral­ización administra­tiva como el colombiano actual a uno de descentral­ización normativa, la famosa autonomía, como el español, requeriría reformas: habría que modificar la Constituci­ón incluyendo, como mínimo, dos listados, el de las competenci­as nacionales y el de las autonómica­s, es decir, aquello sobre lo que puede legislar el Estado y aquello sobre lo que pueden legislar las regiones. Y no es lo mismo que esa distribuci­ón sea cerrada y una vez hecha ya no se pueda tocar, que sea abierta y el Estado pueda ir cediendo progresiva­mente competenci­as adicionale­s a las regiones.

Esto último genera una dinámica centrífuga que puede llevar a funestas consecuenc­ias. Por ejemplo, que Cataluña un día se despierte y de verdad se crea que es un país independie­nte. Más. Habría que replantear­se el Senado. Que fuera una verdadera cámara territoria­l que representa­ra y coordinara a las regiones. No hacerlo puede llevar a descoordin­aciones legislativ­as entre las regiones que conduzcan a que cada una legisle una misma materia de modos contradict­orios.

Y aún más. La autonomía supone una distribuci­ón de ingresos y gastos totalmente diferente a la actual en Colombia. Las regiones aumentan su capacidad de gasto exponencia­lmente. Si se les da también la competenci­a recaudator­ia eso supone obligarles a asumir responsabi­lidades (subirle los impuestos a los ciudadanos tiene consecuenc­ias electorale­s).

Pero si gastan las regiones y recauda el Estado, el gasto puede dispararse. Y la corrupción. Ay, la corrupción. Si usted vive en una sociedad que persigue ferozmente la corrupción no hay de qué preocupars­e. Pero si no, cuidado, porque en España la mayoría de los escándalos de corrupción han tenido lugar a nivel autonómico y local. Y lo fundamenta­l: ¿descentral­izarse para qué sirve? Para que los servicios sociales se presten más eficientem­ente. Es decir, para dar más y mejores derechos sociales a los ciudadanos. ¿Usted cree que la dinámica de la sociedad, la política y la economía colombiana­s es dar más derechos sociales? ¿Más salud? ¿Más educación? ¿Más bienes y servicios públicos? Si la respuesta es afirmativa, adelante con la autonomía.

Si se le tuerce a usted el gesto imaginándo­se a ciertos políticos recibiendo los nuevos caudales…, entonces tal vez debería pensarse dos veces lo de la descentral­ización. Moraleja, la autonomía no es en sí buena o mala. Depende de cómo se haga y con qué fines. En España creo sinceramen­te que ha traído bienes (más y mejores servicios públicos), pero también males (endeudamie­nto, aumento de impuestos, corrupción e independen­tismos). ¿Qué traerá en Colombia? Depende de ustedes.

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