El Heraldo (Colombia)

Los Bolivarian­os sacaron de la rutina a los samarios

Llueva, truene o relampague­e, la ciudadanía acude a los nuevos escenarios ➲ En Santa Marta renace una nueva cultura deportiva.

- Por Agustín Iguarán

Las limitantes de movilidad no han sido impediment­o para que las abuelas Andrea Bermúdez y Griselda Vega, miren en medio del delirio de miles de personas el desempeño de los atletas en los XVIII Juegos Bolivarian­os de Santa Marta.

Desde sus sillas de ruedas —en un sitio especial de la gradería— los aplauden y estimulan y confiesan que sienten que tienen una razón más para vivir, pero también, que sus corazones han recobrado juventud aunque la piel siga mostrando sus arrugas.

La alegría de las veteranas mujeres —una samaria y otra ‘cataquera’— es el reflejo de un sentimient­o generaliza­do que por estos días invade a Santa Marta y es —al decir de muchos— la muestra de que la ciudad pareciera haber estado por años cautiva de emociones.

“Estos juegos han sido un despertar”, dijo Griselda. “Son la auténtica cara de lo que somos los samarios”, añadió Andrea.

LAS VOCES. El lleno absoluto de los escenarios y el excelente comportami­ento de los aficionado­s durante las competenci­as, muchas de ellas novedosas (squash, bádminton, gimnasia rítmica, rugby, remo, polo acuático, entre otras), es señal inequívoca que la cultura del deporte empieza a surgir en esta capital.

“Estos juegos nos están civilizand­o deportivam­ente”, dijo Augusto Correa, un comerciant­e para quien lo que está ocurriendo es “cosa para no creer”.

“Es un escape a los problemas”, fue el comentario de Jesús Sutachán.

“El mejor paréntesis de un día laboral”, afirmó July Carmona.

“Una oportunida­d maravillos­a para ver atletas de alto rendimient­o”, anotó Maurin Robles.

“La evidencia del cambio que está dando Santa Marta”, expresó Emiliano Narváez.

Voces que son el reflejo de un entusiasmo sin límites y de una locura general. Opiniones que denotan esperanza y que muestran que Santa Marta necesitaba este relax.

“Hemos sacado la feliciciud­ad dad que teníamos reprimida por el deporte”, precisó Paola Caro.

El exalcalde Carlos Caicedo aseguró: “Necesitába­mos de historias como estas para darnos cuentas que la fuerza de los sueños es poderosa”. El exgobernan­te fue quien logró que estas olimpíadas se realizaran en la y por ende el gestor de tanto júbilo y arrebato.

VARIOS CAMINOS. La ‘fiebre bolivarian­a’ es tal que los samarios han hecho una pausa activa en la rutina del día a día.

De mañana, tarde y noche se marcan los diferentes caminos: Uno hacia el Parque Bolivarian­o, en el casco urbano, donde están los coliseos, el complejo acuático, el parque de raquetas, el patinodrom­o y las canchas de rugby, softbol y béisbol.

Otro, a la unidad deportiva Bureche, con los estadios de fútbol, atletismo y la pista de BMX y uno más, Gaira, la comarca que le abrió los brazos al boxeo.

También El Rodadero, Taganga y el Centro Histórico, con los deportes náuticos y el ciclismo.

Los ríos de gentes en estos escenarios, por dentro y por fuera (largas colas) han sorprendid­o a los deportista­s y organizado­res de las justas quienes no han ocultado su satisfacci­ón por el desbordado entusiasmo y apoyo incondicio­nal.

La simbiosis entre público y deportista ha sido tal que uno no ha podido estar sin el otro.“Los espectador­es samarios se han convertido en comunicado­res sociales que divulgan la faceta de la cultura y la educación, importante­s elementos de instrucció­n, formación y desarrollo”, comentó el psicólogo Carlos Álvarez Santiago.

MEDALLA DE ORO. La ciudadanía ha sabido agradecer a las autoridade­s gubernamen­tales del orden distrital y nacional por haber hecho posible lo que hasta hace poco parecía un imposible, y sostienen, que el empeño que le pusieron a la organizaci­ón en estos tres últimos años, se han visto recompensa­dos con gratitud.

“Los resultados son más victorioso­s cuando en el camino hubo que esforzarse”, dijo el arquitecto Daniel Gómez.

Cuando apenas ha transcurri­do una semana de los Juegos ya hay quienes sienten nostalgia, pues afirman que “el tiempo se ha ido rápido”.

Por el momento en Santa Marta nadie habla de las aguas negras del Centro Histórico, ni en la discusión de los concejales por el presupuest­o del año entrante; tampoco en la suspensión del alcalde por la Procuradur­ía, ni en los trancones en las horas pico en la intersecci­ón de La Lucha. Poco o nada se dice de la creciente del río Manzanares y las torrencial­es lluvias que anegan la ciudad.

“Estamos en modo bolivarian­o”, dicen los samarios, los mismos se han colgado la más importante medalla de oro: la del buen comportami­ento y el entusiasmo.

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AGUSTíN IGUARáN La bandera colombiana nunca falta en los escenarios deportivos donde se realizan los Juegos Bolivarian­os.
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No importa la fila, los samarios quieren disfrutar de las justas deportivas que se realizan en Santa Marta.

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