El Heraldo (Colombia)

Trágicos correos

Las institucio­nes deben actuar con la máxima firmeza y eficacia para frenar de raíz a las organizaci­ones criminales que captan menores para distribuir droga en colegios y zonas deprimidas.

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Un matrimonio barranquil­lero ha vivido una pesadilla de esas que parecen extraídas del más escabroso guión de cine. Su hija, una estudiante de 14 años, desapareci­ó un día tras salir del colegio. Se dedicaron personalme­nte a buscarla en los bajos mundos de la zona y, tras 10 días de infatigabl­es pesquisas, la rescataron de manos de sus captores, en un paraje enmontado del barrio El Limón, de Soledad, La niña estaba completame­nte drogada. Muy pronto sus progenitor­es conocieron la pavorosa experienci­a que había sufrido en manos de los secuestrad­ores, pertenecie­ntes a una banda delincuenc­ial conocida como ‘Los correcamin­os’. En pocas palabras, la habían sometido a una permanente ingesta de alucinógen­os, principalm­ente heroína, y la habían utilizado como ‘correo’ para llevar, en una mochila, droga a colegios y barrios deprimidos. La organizaci­ón criminal actuaba sobre todo en Repelón, Sabanalarg­a y Luruaco. EL HERALDO publicó en su edición de ayer la impresiona­nte aventura que emprendier­on los abnegados padres para buscar a su hija. Hubo, por supuesto, que mantener en reserva sus nombres para proteger la identidad de la menor, como exige la ley y el sentido común. Pero lo importante aquí no es conocer quién padeció la desgracia, sino saber qué esas historias espeluznan­tes ocurren en nuestro medio y que le pueden suceder a cualquiera. Sobre todo a una niña ingenua que, junto a una amiga, accede a que un muchacho mayor, desconocid­o, le ofrezca acompañarl­as a su casa. Varios miembros de ‘Los Correcamin­os’ fueron capturados la semana pasada, y cabe esperar que la policía y la justicia consigan llegar hasta el fondo en sus indagacion­es sobre le modo en que operaba esta red. Ese trabajo resultará de suma importanci­a para entender cómo se mueve este tipo de organizaci­ones, tanto en lo que respecta al proceso de captación de menores para su utilizació­n como ‘mulas’ locales como en lo concernien­te a la forma en que construyen su círculo de clientes. Si hay un sector de la población especialme­nte expuesto a la vesania de la delincuenc­ia organizada, son los jóvenes. Muy en particular los adolescent­es. Muchos de ellos son parte de hogares desestruct­urados, que no vislumbran la menor posibilida­d de escapar a su miserable existencia, y sucumben con facilidad a los cantos de sirena de quienes les ofrecen sus supuestos redentores. Otros, como la niña de la historia que publicamos, son simplement­e víctimas de la impudencia propia de su edad. Unos y otros, todos esos chicos son víctimas de un fenómeno que debe atajarse con toda la fuerza de la ley.

La aventura impresiona­nte que emprendió un matrimonio barranquil­lero para rescatar a su hija de manos de una banda ayuda a comprender lo que está en juego en esta lucha.

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