El Heraldo (Colombia)

Una peleita entre dos pesos mosca

Bernardo Caraballo y el costarrice­nse Lalo Messen se enfrentaro­n y ganó el colombiano, pero antes en el pesaje, Caraballo quiso agredir a su rival por negarse a conceder las libras requeridas.

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En el boxeo es común y corriente que haya altercados, no el día mismo del combate que se ha pactado en el escritorio, sino el día del pasaje porque uno de los dos boxeadores ha revelado que su contendor le llega cierto libraje físico, que él no está dispuesto a conceder.

Llegamos Rafael Rosado (apodado ‘El Paisa’ sin que podamos entender el motivo de ese apodo, toda vez que Rosado era barranquil­lero y hubo un tiempo en el que actuó por varios años como promotor de boxeo) y el autor de estas crónicas, como miembros que éramos entonces de la Comisión de Boxeo de Barranquil­la, a la dependenci­a de un médico para el pesaje reglamenta­rio

Al llegar a las oficinas del galeno, un chileno que estaba allí como parte del acompañami­ento del púgil colombiano Bernardo Caraballo, como que creyó que era fácil para él meter ‘una caña’ sobre las libras que pesaba el costarrice­nse Lalo Messen, y dijo en voz alta: “Ya se pesaron -“¿Qué es esa vaina que ya se pesaron? ¿Usted me ha visto cara de zoquete a mí para salirme con eso que ya se pesaron? A desvestirs­e de nuevo para ver ¿cuál es la diferencia entre los dos?”.

Dijimos esta última parte de nuestras respuestas, porque el tal Messen parecía demasiado esmirriado para adversario de Caraballo. El púgil costarrice­nse se acercó a nosotros en cuanto oyó las palabras autoritari­as del autor de esta crónica y nos dijo casi al oído, en voz bajita: “Señor, ¿usted qué es aquí? En cuanto les dijimos que éramos miembros de la Comisión de Boxeo, -“Usted va a comprobar que el señor Caraballo me lleva seis libras de ventaja y así yo no puedo pelear”. Inmediatam­ente nos dimos cuenta del problema: Caraballo 117 y Messen 111 y le dijimos en voz baja también a Messen: -“¿Usted puede dar 3 libras?” Téngase en cuenta que estamos hablando entre pesos mosca, aunque ya Caraballo no lo era, y Messen nos respondió que para salvar la cartelera él aceptaba.

En voz alta, dijimos tanto a Caraballo como a su manejador: “Una de la tarde, nuevo pesaje. Caraballo tiene que pesar 114 libras”. El promotor Filemón Cañate ya tenía todo dispuesto para esa finalidad: un taxi con todas las ventanas cerradas, y una chaqueta de lana para que Caraballo se enfundara en ésta, y a darle vueltas a la ciudad por el espacio necesario, a fin de rebajar su peso en las condicione­s requeridas por la comisión de boxeo.

Caraballo a la una de la tarde, ya había sudado las tres libras requeridas, y la pelea se verificó en el estadio municipal con el resultado esperado: Messen fue noqueado de salida. Antes se nos contó que Caraballo quiso agredir a Messen a mano limpia por haberse negado a conceder las libras requeridas. Contamos esto como uno de esos casos que forma parte del ‘paisaje’ cuando de boxeo se trata.

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