Ópera en Barranquilla
Es grato para los barranquilleros ver en directo o diferido, a través del cine, los espectáculos de ópera y ballet ofrecidos en The Metropolitan Opera de Nueva York y el teatro Bolshoi de Moscú, formas artísticas aún incipientes en nuestro medio.
El pasado domingo se vio la ópera ‘El ángel exterminador’, que sigue fiel la línea argumental de la película del mismo nombre, del cineasta español Luis Buñuel, en relación al sarcasmo, la crítica, el estilo surrealista, de este director.
En la primera escena aparecen temerosas dos criadas, dicen irse de la casa y parten, también se ve una mesa bien servida con langostinos, otros frutos de mar y finas copas esperando ser llenadas. Otros criados se van, llegan los invitados y no hay quien les reciba los abrigos. Comienzan las presentaciones, el conde, el compositor, el coronel, la duquesa, etc., y como llegan desconocidos se repiten las presentaciones, el conde, el compositor, el coronel… Se anuncia la cena con una entrada diferente, un plato de nombre francés, el camarero entra con las viandas, trastabilla y cae al suelo, los invitados recogen porciones, la saborean y dan su aprobación, otros dicen tratarse de una broma pesada pero elegante, ante la servida del café un personaje reclama que se niega a revolverlo, porque las cucharitas son de té y no de café. Se hace tarde y los invitados desean irse, pero algo se los impide, decidiendo pasar la noche en casa de los asombrados anfitriones.
Al día siguiente todos tienen hambre, pero los alimentos no llegaron, piden, aunque sea un terroncito de azúcar, comenzando todos a descomponerse, uno se quita el pantalón, otra se arranca los cabellos, una más le hunde en la mano un cuchillo a su vecina, alguien muere, comienza una sed de sangre, culpan al anfitrión porque los llevo a esa trampa, este se ofrece a inmolarse, y siguen muchas otras escenas llenas de hilaridad, disparatadas y bellas.
Esta obra maestra, del talentoso compositor inglés Thomas Adés, combina “pasajes atonales, disonantes y experimentales con claros tributos a la tradición. Hay dúos de amor, un área de gran virtuosísimo, a las maneras de las divas del Bel canto, alusiones deformadas a los valsesvienes es, citas de antiguas tonadas, grupos de tambores que evocan una tradición de semana santa en Calanda, el pueblo natal de Buñuel […]”. Emiro Guerrero