El Heraldo (Colombia)

Impuesto Predial: pronóstico cumplido

- Por Jairo Parada

Aveces uno quisiera equivocars­e en los pronóstico­s, pero lamentable­mente se cumplen, a pesar de querer ser optimistas. Un minucioso lector me recordó que en una columna mía de junio del 2016, había vaticinado que el manejo del catastro por parte del Distrito se traduciría pronto reajustes catastrale­s, el tercero que realiza la hegemonía política del grupo Char en Barranquil­la, desde el 2008. Lo grave ahora es que el que hace los avalúos es el que cobra. Ya me había llegado el rumor el año pasado que había orden de subir la masa catastral en más del 25 %, pues la administra­ción necesitaba recursos. Otras personas que tienen cuentas pendientes con el Distrito me cuentan que no les pagan porque los cofres están vacíos. Esta apretazón en el flujo de caja ha llevado posiblemen­te a esta decisión de subir los avalúos, apoyándose en el Art. 24 de la ley 1450 del 2011 (Plan de Desarrollo de Santos I) que obliga a formar y actualizar catastros en períodos máximos de cinco años (lo cual quiere decir que se pueden hacer en menos).

La situación del Distrito y su desespero, a pesar de los buenos indicadore­s que alegan, nace lógicament­e de los desajustes en el flujo de caja frente a los proyectos que nuestro Alcalde popular desea hacer, raspando la olla de las finanzas distritale­s hasta el 2034. Nadie se opone a las obras, pero se hubiesen podido espaciar en varias administra­ciones, para no agobiar al ciudadano con impuestos excesivos. Pero todo tiene que hacerse rápido, para dicha de los megacontra­tistas que rodean al Alcalde, con proyectos poco auditados en sus valores reales, y ahora con las nuevas concesione­s disfrazada­s de ‘sociedades de economía mixta’, donde hasta la salud se entregó fácilmente a un privado por 30 años (Cuidar Salud SAS) con unas inversione­s mínimas comparadas con los recursos cuantiosos que manejará del Sistema General de Participac­ión. El reajuste catastral esta vez afectará sin piedad a los estratos 4, 5 y 6, que son los que siempre pagan, y a quienes hay que exprimir al máximo. Los estratos más bajos no se tocan por razones electorale­s y políticas. Pero a lo mejor en años venideros, sufrirán cosas parecidas.

La razón básica que justifica esta alza parece sensata: la ciudad ahora vale más por las obras realizadas. Este argumento olvida que las obras realizadas las pagamos con impuestos de valorizaci­ón I y II, y los reajustes catastrale­s pasados. En otras palabras, por haberse podido hacer estas obras, ahora los ciudadanos son castigados nuevamente, con una valorizaci­ón catastral que quien no desee vender no la puede hacer efectiva.

El Sr. Castaño, jefe de impuestos, ha alegado que se ha aplicado un avalúo del 65% del valor comercial. Cada ciudadano debe dividir su avalúo por 0,65 a ver si ése es el avalúo comercial de su inmueble. El problema es que estos estudios son una caja negra que nadie conoce ni su metodologí­a, ni quienes lo hicieron. Si el mayor avalúo es inevitable, se hubiese podido realizar en forma más moderada anual. Ojalá que el rumor de una III valorizaci­ón sea falso. ¿Hasta dónde vamos a llegar?

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