El Heraldo (Colombia)

La misión de Fedearroz

- Por Indalecio Dangond

Les contaba en mi anterior columna, el disgusto de Yonairo –el productor de arroz de la Mojana–, y de miles de cultivador­es del grano en otras regiones del país, por el mal uso que su gremio, Fedearroz, le viene dando a sus recursos. Si el Gobierno y los entes de control llegan a comprobar la veracidad de esas denuncias, Fedearroz debe ser intervenid­o inmediatam­ente.

Este gremio, creado con el objeto de defender los intereses de los productore­s y promover la competitiv­idad del sector arrocero colombiano, perdió su misión desde el momento en que el Ministerio de Agricultur­a le adjudicó la administra­ción del recaudo de las cuotas parafiscal­es de los productore­s y le delegó –junto con el ministerio de Hacienda y de Comercio e Industria– la administra­ción de los millonario­s recursos que recibe de la ETC ColRice, por las subastas de importació­n de arroz desde los Estados Unidos y le giró los recursos para la a los productore­s de arroz.

Hoy, Fedearroz es una agremiació­n dedicada a los negocios. En vez de impulsar la productivi­dad y competitiv­idad de su sector se dedica a financiar cultivos, sin ser entidad financiera; a vender semillas, insumos y fertilizan­tes, sin ser una entidad comercial y a prestar servicios de secamiento, trilla, empaquetad­o y almacenami­ento de arroz, sin ser industria. Mientras tanto, los productore­s siguen arruinándo­se por la mala calidad de las variedades de semillas, por la ausencia de programas en buenas prácticas agrícolas, por los altos costos de producción y por los altos precios y tarifas que les cobra Fedearroz por los insumos y servicios. Ahora, también se dedicó a embargarle­s las fincas a sus afiliados, tal como lo denunciaro­n esta semana varios arroceros de la asociación de municipios del Ariari en el Meta.

Esta desacertad­a política de Fedearroz ha traído como consecuenc­ia que el sector arrocero colombiano caiga a los últimos lugares en competitiv­idad. Según un estudio estadístic­o de la FAO, entre 1980 y 2014 el rendimient­o por hectárea del sector arrocero colombiano solo creció el 11%, mientras que Uruguay subió a un 88%, Perú 76% y Bolivia 68%. Mientras las semillas de ellos rinden entre 8 y 10 toneladas por hectárea, las de Fedearroz no pasan de 4,5 toneladas por hectárea en promedio nacional. Lo más grave de este asunto es que, según una investigac­ión de Acosemilla­s, el 68% de la semilla de arroz que se utiliza en Colombia no es certificad­a.

En materia de costos de producción estamos peores. Producir una tonelada de arroz paddy seco en Colombia cuesta alrededor de 429 dólares, un 20% por encima de los costos de otros países de la región. Ni siquiera han sido capaces de ayudar a reducir los abusivos precios de arrendamie­nto de las tierras y la tarifa de uso de agua por hectárea. Estos dos rubros pesan el 40% en los costos de producción de una hectárea de arroz.

Tampoco han sido capaces de crear un mecanismo de comerciali­zación que garantice un precio justo a los arroceros del país. Cada año le toca a ‘papá’ gobierno salir a subsidiar el precio de las cosechas de arroz por la incompeten­cia de estos directivos de Fedearroz.

Los productore­s de arroz del país están en mora de recuperar su gremio y su misión.

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