El Heraldo (Colombia)

Insegurida­d urbana

- Por José Félix Lafaurie @jflafaurie

Más del 70% de los colombiano­s vive en las ciudades, aterrados por la insegurida­d, mientras las autoridade­s defienden cifras que no son consuelo para la madre del joven asesinado por robarle la cicla.

Los candidatos, que no parecen entender el problema, le sacan el cuerpo a la insegurida­d urbana, una suma de males que se resume en la debilidad de un Gobierno que arrastró la desarticul­ación del Estado para enfrentar el delito.

1. Microtráfi­co. La disputa por su control y el aumento del consumo explican gran parte de la violencia urbana, pero subsiste el absurdo de “la dosis mínima”, legal de acuerdo con las necesidade­s del consumidor, según la Corte, aunque deba “caer del cielo” porque es ilegal su compravent­a.

2. Narcoterro­rismo. La violencia del Eln, de las “disidencia­s” y de las bandas criminales, incluidos los carteles mexicanos, son fenómenos que generan insegurida­d y surten al microtráfi­co. Santos, extorsiona­do por sus vecinos socialista­s, suspendió la fumigación y se perdieron 15 años de esfuerzos. De 46.000 hectáreas pasamos a 200.000 y volvimos al primer lugar en producción mundial de coca, mientras el Gobierno incentiva el narcotráfi­co con la conexidad con el delito político y la pretensión de legalizar cultivos.

3. Migración venezolana. El Gobierno no se preparó para esa migración anunciada, chantajead­o por Chávez y Maduro, socios garantes de la negociació­n con las Farc. Hoy Santos habla duro, pero es tarde. Miles de colombiano­s y de venezolano­s repatriado­s cruzan a diario la frontera sin mayor control. No se trata de estigmatiz­arlos ni de cerrarles las puertas, pero el fenómeno hace parte del cuadro de insegurida­d en Cúcuta y otras ciudades.

4. Tráfico de armas. La fundación venezolana Redes estableció un faltante de un millón en 30 guarnicion­es fronteriza­s, que han ido a parar al Eln y las disidencia­s con la bendición de la cúpula militar de Maduro, mientras el país llora a los policías de Barranquil­la, el Gobierno cede ante el Eln y las Farc se estrenan impunes en política.

5. Desplazami­ento. La recuperaci­ón del campo es una promesa y se perdieron ocho años en seguridad. Tras la firma del Acuerdo, el terrorismo, la extorsión, el despojo, la minería ilegal y el narcotráfi­co siguen desplazand­o campesinos hacia las ciudades, huyendo de la violencia y en busca de oportunida­des.

6. Justicia. Los jueces sueltan delincuent­es; los alcaldes acusan a los jueces; los magistrado­s los defienden y acusan a la Fiscalía y a la Policía; la detención domiciliar­ia es una farsa y el sistema carcelario colapsó. Los delincuent­es se ríen de la justicia, los ciudadanos no creen en ella y el ministro confiesa que “la política criminal es desastrosa”.

Es la suma de todos los males que acorrala a la ciudadanía y solo parece preocupar a los candidatos del Centro Democrátic­o.

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