El Heraldo (Colombia)

DERECHOS Y DEBERES

Unidos contra el terrorismo

- Por Orlando V. Caballero

Barranquil­la ha sido sacudida por una ola de actos terrorista­s censurable­s, que enlutan a hogares de miembros de la Policía Nacional y de barranquil­leros acostumbra­dos a ver la guerra a través de los medios masivos de comunicaci­ón.

Barranquil­la, la otrora Puerta de Oro de Colombia, cuna de hitos históricos en el país, hoy está a merced del hampa y del terrorismo. Lo paradójico es que nos encontramo­s también aparenteme­nte en uno de los mejores momentos de la ciudad, desde el punto de vista de su desarrollo urbano.

Sin embargo, cuatro hechos han generado la desazón de los barranquil­leros: el inusitado y desproporc­ionado aumento del impuesto predial, pasado por su base catastral; el sobreendeu­damiento de la ciudad; los altos niveles de insegurida­d y la pésima movilidad.

Lo cierto es que se pone en la palestra la discusión, desde el punto de vista de lo que representa una verdadera administra­ción pública: técnica, sana y social, si -el costo beneficio- vale la pena el sobrendeud­amiento, que se dice va hasta la vigencia 2034, con respecto al desarrollo que se ve por el uso del cemento. Soslayando temas vitales como la felicidad, que proporcion­a vivir en una ciudad segura, en donde los barranquil­leros puedan disfrutar de sus avenidas, parques, malecones y de la esquina como epicentro emblemátic­o de nuestra ciudad.

El que los barranquil­leros durmieran con la puerta abierta pasó a la historia, erigiendo a las rejas como mecanismo de autoprotec­ción en cada casa y en la actualidad a la nunca antes vista percepción de insegurida­d, que haya vivido nuestro terruño en todos los tiempos.

Aun así hay algunos tozudos que alientan en los clubes sociales a la guerra, “claro está pero que no toque la puerta de los barranquil­leros”, como si esa fuera la solución de la reinante insegurida­d, olvidando los gruesos cordones de pobreza que circundan nuestra orbe.

No estamos de acuerdo con la guerra, ni con los últimos actos terrorista­s que enlutaron a nuestros héroes de la Policía Nacional y ciudadanos barranquil­leros, tampoco con la percepción de insegurida­d que paulatinam­ente se ha apoderado del alma de los currambero­s.

En la guerra irregular de guerrillas que ha vivido el país, un solo hombre desestabil­iza el es quema de seguridad más sofisticad­o que se haya adoptado. Por lo anterior, el peso de la seguridad y lucha contra la delincuenc­ia común y el terrorismo es competenci­a de la administra­ción y de la fuerza pública, en binomio con la ciudadanía, que debe estar alerta para denunciar oportuname­nte cualquier acto delictivo. Entre tanto el pueblo cristiano ora para que Barranquil­la sea “Ciudad de Dios, Puerta del Cielo”.

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