Manuel Martínez añora el pasado y se preocupa por la seguridad
“El Carnaval es una fiesta enraizada en la cultura caribe”, dice Manuel Martínez un pensionado de 80 años habitante del barrio La Ciudadela, que recuerda haberse gozado en su juventud las festividades.
“Cuando yo estaba joven disfruté mucho las épocas de los carnavales, las personas de mi generación fuimos testigos del crecimiento de esta fiesta. Ahora ya no la sigo tanto, desafortunadamente la inseguridad empaña al Carnaval y le da un toque de tristeza”. Para don Manuel, uno de los fundamentos de las carnestolendas es la paz y la tolerancia, normas básicas de convivencia que según él no se están cumpliendo en la actualidad. “A principios del siglo XX se adornaban los carro e‘ mula, era una fiesta bella. La inseguridad no existía. Con el pasar del tiempo, la desigualdad social abrió brechas y así fungió la delincuencia”, señaló.
“Hay mucho bandido suelto en las calles cometiendo delitos, los cogen y a las dos horas están libres, se convierten en reincidentes. Sí los jóvenes andan tomando hasta tarde puede cogerlos una mala hora”, aseguró.
La música de hoy en día es otra de las inconformidades de este octogenario. “En el Caribe tenemos todo un inventario de letras hermosas, poemas hechos bambucos, vallenatos, o porros, pero últimamente se ve un deterioro en la calidad. Muchas de las canciones de ahora no edifican y van en detrimento de los valores que se promueven en una ciudad. Ahora Manuel prefiere reunirse en su casa con familiares y amigos de toda la vida. Con ellos recuerda esos años que lo hacen sonreír.