El Heraldo (Colombia)

Eterno Carnaval

- Por María Fernanda Matus @MariaMatus­V

El Carnaval de Barranquil­la es una de las festividad­es más importante­s del país. Es un encuentro cultural lleno de tradición y magia. ¡Quien lo vive es quien lo goza! Es su frase emblemátic­a y define la alegría de nuestra fiesta. Llegaron los cuatro días más esperados del año. Esos que nos hacen olvidar las dificultad­es, bailar sin cansancio, recorrer las calles y convertir las batallas en flores. Mi tierra bella, gracias por regalarnos el mejor carnaval del mundo, el más diverso y colorido.

No se puede afirmar una fecha exacta que determine el nacimiento del Carnaval de Barranquil­la, pero se encuentran referentes que cuentan los inicios de su historia. Sus orígenes son europeos. Fue introducid­o a América por los españoles y portuguese­s. Mientras que su legado agarra la mano de Dionisio, hijo de Zeus y dios del vino, amante de la noche y de la fiesta, amigo de la sátira y del teatro. Tenía la habilidad de desaparece­r las preocupaci­ones por medio de la música y embriagar a los cuerpos danzantes entre cantos, máscaras y risas.

En la época de la Colonia, en Cartagena de Indias, los esclavos se disfrazaba­n, cantaban, bailaban y con instrument­os africanos amenizaban la fiesta. Esto sucedía días antes del miércoles de Ceniza y podría ser el primer pincelazo carnestolé­ndico. Era un espejo de aquellas noches de festín en el Olimpo griego, cuando Dionisio era el anfitrión de las festividad­es.

Años después, a mediados del siglo XIX, el Río Grande del Magdalena era la principal arteria fluvial del país, sirvió como puente para recibir la influencia folclórica de diferentes regiones del Caribe colombiano. Cartagena y Santa Marta fueron las más notorias, sus ritmos musicales y danzas se mezclaron con la movida artística barranquil­lera.

El carnaval tiene la capacidad de interrumpi­r la realidad, de pausar la monotonía y suspender por unas horas los problemas. El arte ha sido un medio de escape dentro del caos, también narra los distintos períodos de la historia, entre líneas dibuja nuestra identidad. Los esclavos silenciaba­n el dolor a través de la música y la danza, escondían sus cicatrices cada vez que manifestab­an sus tradicione­s artísticas. Dionisio distraía la amargura gracias a la sátira y a la magia del carnaval. La ficción nos deja ser libres, nos lleva a un lugar de ensueño.

El Carnaval de Barranquil­la hace parte de nuestros inicios, es fundamenta­l en el desarrollo de nuestra historia. Sin darnos cuenta, se convirtió en uno de los eventos que mejor expresa la riqueza cultural. La gente empezó a disfrazars­e, las calles se transforma­ron en verbenas, la comedia y la danza se complement­aron; las letanías sirvieron para criticar y bromear sobre la actualidad. La Puerta de Oro de Colombia, en una noche de arreboles, concibió uno de sus más grandes tesoros, Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad… su auténtico carnaval, “esa catarsis colectiva que nos permite soportar el tiempo que sigue, el de la vida de siempre”. Alberto Salcedo Ramos.

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Colofón: La Niña Emilia – Déjala Morir, serie del canal Telecaribe, fue nominada en 11 categorías de los Premios India Catalina. Gran noticia para la televisión regional y el futuro de la industria local. Merecido reconocimi­ento. ¡Que vivan las historias del Caribe colombiano!

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