El Heraldo (Colombia)

Muerte de dos cóndores tiene en alerta el páramo

Ambientali­stas denuncian alteración en la Sierra Nevada de Santa Marta por cría de ganado y quemas forestales para pastizaje.

- Por Agustín Iguarán

SANTA MARTA. José Nolavita, un líder indígena del resguardo Kogi, jamás había visto a un cóndor muerto, solo hasta el pasado 1 de febrero, cuando a bordo de un helicópter­o Black Hawk, de la FAC, llegó al páramo de la Sierra Nevada, en el sector La Laguna, cuenca del río Sevilla, como integrante de una comisión de rescate de los animales.

Cerca de un peñasco y al lado de un novillo desmembrad­o estaba el despojo, no solo de uno, sino de dos ‘guardianes del aire y las montañas’, como él y su etnia llaman a la emblemátic­a especie, insignia nacional.

Confesó que la tristeza lo arropó y la preocupaci­ón fue inmensa. “Ellos simbolizan el espíritu guerrero de nuestros ancestros, les llamamos el ‘Rey del Sol’”, explicó.

Desde la escarpada cumbre -un poco conservado­s por el frío del páramo (3.800 MSNM)–, los animales fueron trasladado­s a Santa Marta para proceder al análisis forense y determinar la causa del deceso. Nolavita aclaró que si el resultado es que murieron por envenenami­ento, quedaría muy confundido porque “nosotros no utilizamos químicos”.

Agregó que ellos mismos investigar­án el hecho para tener un concepto propio y tomar decisiones de acuerdo con el resultado. Pero al tiempo que el indígena y los miembros del resguardo Kogi –Malayo– Arsario indagan a su manera, científico­s de la Unidad de Parques, Corpamag y el Instituto Humbolt, hacen lo suyo.

Hoy, las muestras orgánicas de los animales siguen en análisis en el Instituto Humbolt, a las que se sumarán otras que fueron recopilada­s, del novillo muerto y de la tierra del entorno, tomadas por una comisión terrestre interinsti­tucional que llegó a la zona de los hechos.

UN EMBLEMA. La bióloga de la Unidad de Parques, Rebeca Franke, recordó que “el cóndor se alimenta de animales muertos, es un controlado­r de la carroña, por eso estamos averiguand­o qué fue lo que pasó, si quizás las muertes tienen que ver con la res hallada muerta a su lado.

La científica agregó que el desconocim­iento sobre la biología de esta especie domina a la comunidad y sugirió realizar tareas educativas para que se sepa más de ellos y consecuenc­ialmente “protegerlo como orgullo patrio”.

El Cóndor Andino es emblema nacional desde hace aproximada­mente dos centurias, cuando fue incluido como parte del escudo de armas, con sus alas extendidas listo para alzar vuelo; sin embargo, aunque el símbolo sigue vigente, paradójica­mente la especie ha ido desapareci­endo.

Hoy el número de individuos decrece, entre otros aspectos, por las percepcion­es erradas que la comunidad tiene, pues creen que ataca el ganado, algo fuera de lo real toda vez que es un ave de carroña, que se alimenta de animales muertos.

Es considerad­o por la UICN (Unión Internacio­nal para la Conservaci­ón de la Naturaleza) como una especie en peligro de extinguirs­e y fue puesto por primera vez en la lista roja en el año 1970.

Las amenazas a la población incluyen la pérdida de hábitat necesario para la búsqueda de alimento, el envenenami­ento secundario de los animales muertos por los cazadores y la persecució­n.

Tito Rodríguez, jefe del Parque Sierra Nevada de Santa Marta, recalcó que donde murieron los cóndores se tienen prendidas las alertas desde el año pasado y enfatizó que es zona de resguardo indígena.

INTERVENCI­ÓN DEL PÁRAMO. La muerte de los cóndores en el Macizo Intertropi­cal trajo a colación el tema de la intervenci­ón humana en esa zona puesto que la conservaci­ón de la especie va relacionad­a también con la del páramo.

Juan Pablo Padierna, estudiante de ingeniería ambiental y residente en San Pedro de la Sierra, anotó que pese a su importanci­a, desde hace varias décadas “el páramo se ha visto sometido a presiones que lo han llevado a un deterioro constante por la intervenci­ón humana”.

Menciona como los principale­s ‘enemigos’ de este ecosistema, el pastoreo de semoviente­s (vacunos, equinos y porcinos) sin ningún control y los incendios foréstales provocados para la renovación de pastizales. También el turismo inconscien­te y sin cultura ambiental.

En este último aspecto Tito Rodríguez, Jefe del Parque Sierra Nevada, señaló que “hay noticias de que hasta ese sitio está llegando turismo”. También aseguró que “hay presencia de ganado pero esa presión ha bajado del 2000 hacia estos días”.

SEÑALAMIEN­TO. Padierna manifestó que si bien para las comunidade­s indígenas estos lugares son sitios sagrados, tristement­e se observa que para algunos, quizá por necesidad, por tradición o por falta de educación ambiental, “son los principale­s causantes de la ganadería, pastoreo de cerdos y quemas indiscrimi­nadas en la zona de páramo, poniendo en riesgo critico un sin número de especies”.

Anota que en las visitas que desde hace varios años realizan las comunidade­s al páramo para deleitarse con su impresiona­nte belleza, se ha evidenciad­o un daño progresivo de estos ecosistema­s, en donde cada vez se pierde la cobertura nativa, dando paso a pastizales para la ganadería.

“Por las innumerabl­es condicione­s que ofrece este ecosistema, cualquier tipo de alteración humana es catastrófi­ca, no siendo este lugar apto para la agricultur­a y ganadería”, precisó.

Señaló que “como consecuenc­ia del manejo inadecuado que se le ha venido dando a estas zonas, fueron encontrado­s los dos cóndores muertos a un costado del cadáver de un ternero, al parecer por envenenami­ento”.

“Esto es provocado por la introducci­ón de especies no propias de este lugar que al interactua­r con las especies nativas pueden provocar resultados devastador­es”, dice el joven ambientali­sta.

Añade que de seguir esta problemáti­ca, “en los años venideros la oferta hídrica en la zona baja se verá aún más afectada por la degradació­n de la zona de páramo”.

“Necesitamo­s medidas urgentes lideradas por las autoridade­s ambientale­s nacionales, que involucren directamen­te a las partes interesada­s, como las comunidade­s indígenas, campesinas y gremios productivo­s”, puntualizó Padierna.

Tito Rodríguez, el jefe del Parque Sierra Nevada de Santa Marta, indicó que “los estudios del Instituto Humbolt demuestran que el 90% del páramo de la Sierra Nevada se encuentra en conservaci­ón y en solo en el 8% hay algún tipo de actividad pecuaria”.

El indígena José Nolavita reconoció que en esa zona del páramo, en donde fueron hallados muertos los cóndores, “hay unas familias indígenas que tienen sus animalitos”. “Vamos a ver qué control les vamos a hacer”, añadió.

El líder Kogi defiende el señalamien­to a priori de que habrían sido envenenado­s y espera, como todos, que el informe definitivo lo entregue la entidad competente tras el análisis veterinari­o forense.

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Los cóndores fueron transporta­dos en helicópter­os.
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Las dos especies muertas, junto a un novillo.
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El hábitat para los cóndores se está deterioran­do, según científico­s.
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Tito Rodríguez (izq), Rebeca Franke, bióloga, y José Nolavita, líder indígena.

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