Dime tu indignación y te diré por quién votar
La indignación se toma las elecciones presidenciales Pero hay distintos tipos de indignados dentro de los votantes, y las encuestas ya están empezando a diferenciarlos.
La semana pasada varios medios publicaron la ronda de varias encuestas presidenciales de corte nacional correspondientes a mediciones de finales de enero. El cambio del perfil de la contienda es notable. La principal conclusión de esos sondeos es el liderazgo de dos candidatos- el exalcalde de Bogotá Gustavo Petro y el exgobernador de Antioquia Sergio Fajardo- que empiezan a marcar distancia del lote de aspirantes.
Si bien el candidato de la Coalición Colombia ha venido encabezando las mediciones de los últimos meses, la repuntada de la carta de la Colombia Humana ha sido la que ha capturado los titulares y los comentarios de los analistas. Los puntos porcentuales que Fajardo y Petro le están sacando hoy a sus inmediatos seguidores Germán Vargas Lleras y el uribista Iván Duque- constituyen la diferencia para clasificar a la segunda vuelta.
El hecho de que el exalcalde capitalino puntee varias de las últimas encuestas ha despertado las alertas de las campañas de la centro derecha y muchos analistas en los medios de comunicación. Lo cierto es que el apoyo a Petro ha sido constante en los últimos meses y las decisiones de otros líderes de izquierda como el senador Jorge Robledo- que salió de la contienda- y la exministra Clara López- que se alió a Humberto De la Calle- han terminado por beneficiarlo. Hoy Gustavo Petro es el único aspirante con capacidad de congregar el voto de izquierda, e incluso atraer otro tipo de electorados.
Asimismo el apoyo sostenido a Sergio Fajardo merece su análisis. Con la estructura política de verdes, Polo y su movimiento Compromiso Ciudadano, el exgobernador no se ha desinflado aún como sus contradictores lo pronosticaban. Si bien esto no quiere decir que ese desinfle no suceda en el futuro, la estrategia “serena” y centrista de Fajardo le está dando resultados.
No hay un hecho que con más contundencia ratifique los vientos de cambio en las elecciones 2018 que este momento en las encuestas. Aunque Petro y Fajardo no sean unos “outsiders” en el sentido estricto de la palabra ya que llevan años de carrera política, sí representan unas narrativas más cercanas al cambio que a la continuidad. Los bajos índices de popularidad del gobierno Santos y la percepción negativa de la implementación del proceso de paz con las Farc han alejado a todos los candidatos de la gestión de la Casa de Nariño- con excepción de De la Calle y de Rodrigo Londoño, Timochenko. Esta campaña 2018 es más parecida a la de 2002- todos contra Andrés Pastrana- que a las de 2006 y 2010-plebiscito al uribismo-.
Sin embargo, no todas las promesas de cambio son iguales. O, dado que aún las plataformas de los aspirantes no han sido lo suficientemente desarrolladas, no todas las indignaciones son lo mismo. Los votantes que hoy responden las encuestas están congregándose alrededor de distintas rabias:
INDIGNACIÓN ANTI-ESTABLECIMIENTO
Gustavo Petro, Piedad Córdoba y Rodrigo Londoño, ‘Timochenko’, representan ese bloque de
colombianos que busca aprovechar el proceso de paz con la guerrilla para acometer no sólo reformas sociales sino una transformación más profunda del sistema política. Como candidato más posicionado de la izquierda, el exalcalde de Bogotá está repitiendo para la elección nacional la misma fórmula de éxito con la que ganó la alcaldía capitalina: fuerte retórica de clases, mayor intervención del Estado y apostarle a la división del Establecimiento.
INDIGNACIÓN ANTI-ÉLITES POLÍTICAS
Sergio Fajardo está capturando buena parte de esa franja del electorado cansada del enfrentamiento entre Álvaro Uri- be y Juan Manuel Santos. Este binomio, que ha monopolizado el debate político en el país por los últimos 16 años- muestra algo de agotamiento, en especial del lado santista. Los intentos de superar, primero a Uribe y luego al pulso Uribe-Santos, no han sido pocos: el Polo y los liberales en 2006, Petro y Antanas Mockus en 2010, Enrique Peñalosa y Clara López en 2014. Una de las promesas más coherentes de Fajardo es la superación de esa pelea.
INDIGNACIÓN ANTI-FARC- Y ANTI-SANTOS
Esta rabia es el combustible principal de la fuerza opositora del Centro Democrático. Es la razón de la solidez electoral del uribismo y también su máxima debilidad. Con el gobierno Santos prácticamente fuera de la campaña electoral, sin delimitada fensores pero sin mayor beneficio para sus atacantes, el reto del uribismo con Iván Duque es cómo capturar esa indignación adicional de la mayoría de los colombianos. Es un desafío compartido por los otros dos aspirantes de la Coalición del No: Marta Lucía Ramírez y Alejandro Ordóñez.
Las elecciones 2018 no parecen ser el plebiscito a Juan Manuel Santos o a las Farc que el uribismo hubiera querido. Para Duque y Ramírez es más fácil moverse hacia la indignación anti-élites políticas, aún con la etiqueta de ser “el o la que diga Uribe”. Llegar a la anti-sistema es incompatible con su ideario político y con sus bases electorales.
Por último, dado su carácter de indignaciones, estas rabias pueden moderarse, bajar de intensidad o simplemente difuminarse ante otras prioridades. Si los resultados de las elecciones parlamentarias del 11 de marzo desinflan a Petro, a Fajardo o a ambos, estas corrientes de rechazo seguirán ahí, sólo que canalizadas bajo otros nombres o por otras candidaturas. Son como la energía, ni se crean ni se destruyen, solo se transforman.