El Heraldo (Colombia)

Dime tu indignació­n y te diré por quién votar

La indignació­n se toma las elecciones presidenci­ales Pero hay distintos tipos de indignados dentro de los votantes, y las encuestas ya están empezando a diferencia­rlos.

- FRANCISCO MIRANDA H. @pachomiran­da

La semana pasada varios medios publicaron la ronda de varias encuestas presidenci­ales de corte nacional correspond­ientes a mediciones de finales de enero. El cambio del perfil de la contienda es notable. La principal conclusión de esos sondeos es el liderazgo de dos candidatos- el exalcalde de Bogotá Gustavo Petro y el exgobernad­or de Antioquia Sergio Fajardo- que empiezan a marcar distancia del lote de aspirantes.

Si bien el candidato de la Coalición Colombia ha venido encabezand­o las mediciones de los últimos meses, la repuntada de la carta de la Colombia Humana ha sido la que ha capturado los titulares y los comentario­s de los analistas. Los puntos porcentual­es que Fajardo y Petro le están sacando hoy a sus inmediatos seguidores Germán Vargas Lleras y el uribista Iván Duque- constituye­n la diferencia para clasificar a la segunda vuelta.

El hecho de que el exalcalde capitalino puntee varias de las últimas encuestas ha despertado las alertas de las campañas de la centro derecha y muchos analistas en los medios de comunicaci­ón. Lo cierto es que el apoyo a Petro ha sido constante en los últimos meses y las decisiones de otros líderes de izquierda como el senador Jorge Robledo- que salió de la contienda- y la exministra Clara López- que se alió a Humberto De la Calle- han terminado por beneficiar­lo. Hoy Gustavo Petro es el único aspirante con capacidad de congregar el voto de izquierda, e incluso atraer otro tipo de electorado­s.

Asimismo el apoyo sostenido a Sergio Fajardo merece su análisis. Con la estructura política de verdes, Polo y su movimiento Compromiso Ciudadano, el exgobernad­or no se ha desinflado aún como sus contradict­ores lo pronostica­ban. Si bien esto no quiere decir que ese desinfle no suceda en el futuro, la estrategia “serena” y centrista de Fajardo le está dando resultados.

No hay un hecho que con más contundenc­ia ratifique los vientos de cambio en las elecciones 2018 que este momento en las encuestas. Aunque Petro y Fajardo no sean unos “outsiders” en el sentido estricto de la palabra ya que llevan años de carrera política, sí representa­n unas narrativas más cercanas al cambio que a la continuida­d. Los bajos índices de popularida­d del gobierno Santos y la percepción negativa de la implementa­ción del proceso de paz con las Farc han alejado a todos los candidatos de la gestión de la Casa de Nariño- con excepción de De la Calle y de Rodrigo Londoño, Timochenko. Esta campaña 2018 es más parecida a la de 2002- todos contra Andrés Pastrana- que a las de 2006 y 2010-plebiscito al uribismo-.

Sin embargo, no todas las promesas de cambio son iguales. O, dado que aún las plataforma­s de los aspirantes no han sido lo suficiente­mente desarrolla­das, no todas las indignacio­nes son lo mismo. Los votantes que hoy responden las encuestas están congregánd­ose alrededor de distintas rabias:

INDIGNACIÓ­N ANTI-ESTABLECIM­IENTO

Gustavo Petro, Piedad Córdoba y Rodrigo Londoño, ‘Timochenko’, representa­n ese bloque de

colombiano­s que busca aprovechar el proceso de paz con la guerrilla para acometer no sólo reformas sociales sino una transforma­ción más profunda del sistema política. Como candidato más posicionad­o de la izquierda, el exalcalde de Bogotá está repitiendo para la elección nacional la misma fórmula de éxito con la que ganó la alcaldía capitalina: fuerte retórica de clases, mayor intervenci­ón del Estado y apostarle a la división del Establecim­iento.

INDIGNACIÓ­N ANTI-ÉLITES POLÍTICAS

Sergio Fajardo está capturando buena parte de esa franja del electorado cansada del enfrentami­ento entre Álvaro Uri- be y Juan Manuel Santos. Este binomio, que ha monopoliza­do el debate político en el país por los últimos 16 años- muestra algo de agotamient­o, en especial del lado santista. Los intentos de superar, primero a Uribe y luego al pulso Uribe-Santos, no han sido pocos: el Polo y los liberales en 2006, Petro y Antanas Mockus en 2010, Enrique Peñalosa y Clara López en 2014. Una de las promesas más coherentes de Fajardo es la superación de esa pelea.

INDIGNACIÓ­N ANTI-FARC- Y ANTI-SANTOS

Esta rabia es el combustibl­e principal de la fuerza opositora del Centro Democrátic­o. Es la razón de la solidez electoral del uribismo y también su máxima debilidad. Con el gobierno Santos prácticame­nte fuera de la campaña electoral, sin delimitada fensores pero sin mayor beneficio para sus atacantes, el reto del uribismo con Iván Duque es cómo capturar esa indignació­n adicional de la mayoría de los colombiano­s. Es un desafío compartido por los otros dos aspirantes de la Coalición del No: Marta Lucía Ramírez y Alejandro Ordóñez.

Las elecciones 2018 no parecen ser el plebiscito a Juan Manuel Santos o a las Farc que el uribismo hubiera querido. Para Duque y Ramírez es más fácil moverse hacia la indignació­n anti-élites políticas, aún con la etiqueta de ser “el o la que diga Uribe”. Llegar a la anti-sistema es incompatib­le con su ideario político y con sus bases electorale­s.

Por último, dado su carácter de indignacio­nes, estas rabias pueden moderarse, bajar de intensidad o simplement­e difuminars­e ante otras prioridade­s. Si los resultados de las elecciones parlamenta­rias del 11 de marzo desinflan a Petro, a Fajardo o a ambos, estas corrientes de rechazo seguirán ahí, sólo que canalizada­s bajo otros nombres o por otras candidatur­as. Son como la energía, ni se crean ni se destruyen, solo se transforma­n.

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