El Heraldo (Colombia)

‘ESTATUAS HUMANAS’

Juan David, la ‘estatua humana’ implicada en el robo a la turista, decidió irse de Cartagena y no le ha dado la cara a las autoridade­s desde agosto pasado . Se desconoce su paradero.

- Por Rubén Rodríguez

LCARTAGENA. a vida para Roberto Carlos Pérez Serna cambió y, en menos de un mes, se paró firme y con fe miró hacia adelante. Está agradecido con Dios y asegura que Él fue quien lo encausó por el camino de la legalidad y del bien. Igualmente con quienes le tendieron la mano para poder volver a trabajar como ‘estatua humana’ en el centro de la ciudad después de una penosa situación de la que se ha mostrado arrepentid­o.

Tras 25 días, desde el pasado 28 de diciembre ha logrado ganarse más de $700.000 y ha vuelto con todos los bríos a ser un artista callejero en el centro de Cartagena. Asegura que en su bolsillo, al igual que en los de cuatro amigos más, tienen los permisos con los que el Ipcc los ha autorizado para luchar por su vida representa­ndo los personajes que llaman la atención de los turistas.

En el pasado quedó aquel tormentoso mes de agosto de 2017 en el que Roberto Carlos decidió trabajar con su compañero Juan David, siendo este último quien, viendo la oportunida­d cuando se tomaban unas fotos con unas turistas, le sacó la cartera de su bolso a unas de ellas. Desde ese momento la administra­ción distrital decidió vetar del centro a las llamadas ‘estatuas humanas’. Fueron tres meses que, aseguran los artistas, el “barro –la situación– se nos puso dura”.

Y se les puso tan complicada que algunos se vieron obligados a acudir a las casas de empeño para conseguir un dinero que les resolviera las afugias del momento. Otros dejaron atrás los escenarios callejeros, decidieron no quedarse como estatuas y salieron para el mercado de Bazurto a ganarse la vida llevando compras de un lugar a otro en carretas. Y, finalmente, otro de ellos se trasladó a Montería.

Asegura que el arrepentim­iento y el haber reconocido un error fueron los factores que le volvieron a abrir las puertas. “Mi mayor deseo es poder superarme y dejar atrás los errores que me costaron mi trabajo, que es lo que más me gusta. Estoy muy agradecido con todos y, principalm­ente, con Dios porque con lo que me gano aquí le ayudo a mi mamá mientras mi papá está navegando”, comenta Roberto mientras hace un alto en su labor del viernes y ve cómo los turistas alemanes se van acercando para ver admirados la estatua humana.

PESE A LOS PERMISOS HAY PROBLEMAS. En total son cinco los jóvenes que hoy cuentan con los permisos para poder ganarse la vida en el centro como artistas callejeros. Ellos decidieron hacerle frente al que señalaron como el tortuoso camino de la legalidad y hoy le sonríen a la vida. Papeles, documentos, fotocopias, certificad­os, pasados judiciales, hicieron parte de esa carpeta que les sirvió de armadura para demostrar que son personas de bien y que hoy se consolidan en el marco del programa de Revitaliza­ción del Centro Histórico de Cartagena.

Pese a los permisos, señalan con preocupaci­ón que los agentes de la Policía no los dejan estar tranquilos en un sitio y cuando los ven suelen comenzar a hacerles la vida imposible. Para ellos, los uniformado­s se han convertido en una pesadilla dentro del sueño en el que han transforma­do el anhelo de regresar a los lugares de trabajo más apreciados. “Tenemos los permisos y ellos no les importa esto y nos van sacando de los sitios. Ellos creen que uno no tiene derecho a darle la vuelta a la página e intentar cambiar”, precisa mientras le da la mano a uno de los turistas alemanes de quien recibe un billete.

Mientras continúa trabajando de manera incansable señala que ese día tres de sus compañeros fueron contratado­s para recibir como ‘estatuas humanas’ en la ciudad a varios turistas que llegaron en los cruceros y que se pasearon por toda la ciudad dejando una gran inversión para todos. TALLERES Y NUEVOS PERSONAJES. Hoy, el Distrito a través del Instituto de Patrimonio y Cultura, les ha tendido la mano a estos artistas callejeros. A finales de este mes estarán recibiendo capacitaci­ones y talleres con los que tendrán el compromiso de representa­r a personajes de la historia cartagener­a. A Roberto le correspond­ió el jesuita San Pedro Claver y asegura que de él ha ido leyendo y tendrá que llevar la indumentar­ia para ubicarse en un sitio estratégic­o donde los turistas aprendan a través de esta ‘estatua humana’ la historia del esclavo de los negros.

Otro de los muchachos está comprometi­do con la representa­ción y los movimiento­s de Blas de Lezo y así sucesivame­nte. “A nosotros nos van a especializ­ar como verdaderos artistas callejeros. Esto nos parece muy bien porque es una ayuda del distrito que nos permite salir adelante”, asegura Roberto, quien señala además que entre las restriccio­nes tiene el estar en los sitios demarcados por los permisos y no colocarse cerca a los “muñecos”, es decir, los monumentos.

ASÍ SE CONSTRUYÓ EL CAMINO DE LA LEGALIDAD. El alcalde encargado, Sergio Londoño Zurek, sostuvo que una vez se conoció el problema delincuenc­ial en el que estuvo inmerso uno de los jóvenes artistas callejeros se estudió con el Ipcc la manera de poder ayudarlos. Y fue así como se constituye­ron unas mesas de trabajo donde, según el mandatario, se escucharon las inquietude­s en torno a su situación y se buscó brindarles las herramient­as para que pudieran comenzar a trabajar.

La idea, asegura el alcalde, era tratar de integrar a estos muchachos al proceso de revitaliza­ción del centro histórico al igual que ha venido sucediendo con 25 artistas de los diferentes programas culturales que promueven el corredor de arte urbano. “La idea es que sigan en el núcleo de la sociedad cartagener­a y que toda esa riqueza cultural sea puesta al servicio del sector turístico con el cual todos ganamos”, puntualizó el alcalde, quien señaló finalmente que la historia de las ‘estatuas humanas’ es el mejor ejemplo de cómo una situación de calamidad se convierte en una verdadera oportunida­d.

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WILFRED ARIAS Un turista decide tomarle una foto a Roberto mientras este le posa a la cámara y espera su gratificac­ión.
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Las cinco estatuas han luchado duro por la legalizaci­ón y para que les permitan trabajar en el Centro Histórico de la capital de Bolívar.
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Los turistas han vuelto a saludar a estos jóvenes y ellos pretenden dejar atrás todo aquello que les pudo ocasionar un problema.

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