El Heraldo (Colombia)

Guerra sucia

- Por Alberto Martínez @AlbertoMti­nezM

Cartagena siempre se ha caracteriz­ado por su tenacidad. Las guerras a las que tuvo que enfrentars­e para sobrevivir como ciudad colonial, agotaron la inspiració­n y las letras de los historiado­res.

Y en la República, cuando afloraron las vanidades partidista­s de los criollos, siguió siendo combatient­e.

Pero su andar azaroso nunca se detuvo. La inequidad y la exclusión fueron apareciend­o como guerreros advenedizo­s que redujeron con el tiempo su esplendor.

La tristeza más grande de nuestra batallador­a noble, es que tal suerte, en vez de convocar a soldados que la levantaran, inspiró el oportunism­o de los inescrupul­osos.

Hoy, por tanto, enfrenta el ataque más trascenden­te: recuperar su dignidad.

Ese es el significad­o que tienen las elecciones atípicas que esperamos sean convocadas –sin más dilaciones, señor presidente Santos– esta misma semana.

Lo que está en juego no es la culminació­n de un período de gobierno, sino el quiebre de una era que muchos están interesado­s en mantener para seguir saqueando.

Por eso las casas políticas ya presentaro­n su alfil. Lo sacaron de las estructura­s de contrataci­ón del Estado y, con una inhabilida­d incluida, lo quieren sentar a la fuerza en el palacio de la Aduana.

Su misión es clara: mantener el statu quo, pues, de lo contrario los cartagener­os conocerán una forma decente de gobierno y no volverían nunca más a la tradición marrullera.

Ahí vendría una pregunta: ¿qué harían para ganarse la vida las familias politiquer­as si, generación tras generación, su negocio ha sido la malversaci­ón de los derechos ciudadanos?

Como ven, el problema, más que de poder, es de economía. Y más que de economía, de vil subsistenc­ia.

Este nuevo desafío, entonces, es de todos los cartagener­os. Y no se va a librar el día de las elecciones. Ya tiene lugar y exige que todos los cartagener­os estén en guardia.

En el frente de batalla han aparecido las primeras embestidas. La invención permanente de encuestas sin fundamento científico, y la manipulaci­ón de informació­n para deslegitim­ar al contricant­e que puntea en las mediciones creíbles, han venido generando conmoción con el eco de periodista­s a sueldo que también se han untado de las mieles de ese comercio infame.

He ahí sus armas preferidas. Al fin y al cabo, siempre producen confusión.

En tal contexto los ciudadanos deben guardar la prudencia. Frente a las encuestas, preguntar: quién la hizo, para quién y con qué ficha técnica. Y ante las afirmacion­es injuriosas, revisar la hoja de vida del afectado para despejar las dudas.

Pero en lugar de hacer el juego a esos intereses menores, lo que se impone es la asunción del momento histórico para acordar, entre todos, un camino que saque a Cartagena de la crisis y la enrumbe por un destino más consecuent­e con la complejida­d de sus desafíos sociales.

Yo, en su lugar, estaría preguntand­o quién está proponiend­o ‘qué’ para la ciudad y a partir de qué consensos básicos. Así podría empezar a cambiar el rostro de esta guerra.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia